Víctor López


Víctor López nació en abril de 1982, ha participado en varias antologías en las que destacan “Desencanto personal”, 2003, editorial Cuarto Propio, “Gran capital”, 2005, editorial Calabaza del diablo y en la selección Nueva poesía 2005, también ha sido premiado con el premio hispanoamericano de poesía, revista vox/ amigos de lo ajeno/ y recibió además el 2006 la beca de la fundación Neruda.
Su correo es
vitoco.lopez@gmail.com


Menciona a:

Christian Aedo
Alejandra Fritz
Edson Pizarro
Marco Yupanqui
Raul Hernandez
Jaime Pinos
David Bustos


Poesía:


Los hermosos sentimientos hacen pésima literatura te
contaba yo. Te contaba que había estado viendo toda la
tarde documentales acuáticos en el cable- en Inglaterra una
chica llamada Mary algo así como Maria en Chile había roto
el record mundial de inmersión en profundidad.
Te contaba excitado que imaginaba que su cabeza explotaría como un
globo al tocar la superficie; aquellos globos rojos que una
vez infle en tu fiesta de cumpleaños y me besaste, mientras
estaba arriba de una silla colgando de un hilo al cielo raso
aquellas burbujas de colores. Existen peces que viven en las
profundidades abisales, como el pejesapo, de los cuales
cuelgan lamparitas chinas y otros peces que mi abuela
rebanaba en la cocina. Yo tuve miedo toda esa noche que el
cielo se viniera abajo. Tu novio decía que lo que le hacia
falta a la fiesta era la música y que los buzos lo máximo que
pueden aguantar la respiración es por un breve lapso de
minutos; yo le contaba borracho que para mi cualquier
sonido era música, cuando alguien se ducha, fríe un huevo
o tiene sexo y que los buzos verdaderos tienen agallas en el
cuello y pueden flotar en la oscuridad por años sin que
nadie descubra sus frágiles cuerpos de bailarinas, hasta que
se tiendan una mañana al fin junto a los moluscos
y cangrejos

***

Ayer nos despedimos, era tarde. Yo me fui caminando por
la calle oscura, detrás de los arbustos hay música rara e
insectos de colores que viven en las hojas verdes. En todas
partes existe la música -me dije. Todos tenemos en nuestro
interior un distinto tipo de música: clásica, pop,
experimental. Incluso la de algunos es una especie de
chillido, un vaso que se quiebra. Ese tipo de chico soy yo. A
veces me duermo en los paraderos y sueño que mis amigos
me envían poemas de amor por Internet, yo también les
escribo, les hago saber si algún rayo en stereo hiere o no la
tranquilidad de mi puerta. Después llego a una casa enorme
que no conozco, me saco las zapatillas para no despertar a
sus habitantes y camino a tientas tan solo siguiendo el ritmo
con mis dedos, sin darme cuenta que hay pequeños cristales
en el piso que se me clavan y voy dejando un tibio rastro
sonoro por donde camino.

***

Antes de quedarme solo, aquel verano nos tirábamos en la
alfombra y tú me lo apretabas para que no lo derramara si
no era en tu rostro. Teníamos la radio encendida de fondo,
marcando el ritmo. Aquel verano ese fue el ritmo de mi
corazón. Por la tarde nos servíamos helado. Cuanta gente se
muere en el mundo para que nosotros nos podamos servir
moras frías con crema, esa era la reflexión después de
comer y si un buzo con escafandra puede o no bajar hasta
las profundidades donde el plancton se ilumina como la
esfera brillante de una discoteca sin que su cabeza explote
en el intento. Aquel verano no recuerdo que hayamos
discutido nunca y nos besábamos cada cinco minutos para
quitarnos las manchas de fruta helada y crema ya seca de los
labios.

No hay comentarios: