Hernán Miranda Casanova


Hernán Miranda Casanova nació en Quillota en 1941. Es poeta, periodista y magíster en Filosofía Política. Poemas suyos han figurado en numerosas antologías y muestras colectivas a partir de 1963. Entre 1970 y 1973 trabajó en el Palacio de La Moneda como periodista de la Oficina de Informaciones de la Presidencia. Ha sido comentarista de libros en los diarios “La Opinión” de Buenos Aires y “La Época” de Santiago. Durante una década (1981-1991) fue redactor de suplementos de “La Tercera”. Entre otras distinciones, en 1969 recibió: Mención Honrosa en los Juegos Gabriela Mistral, Primer Premio en un concurso de la FECH, y Primer Premio en otro de la Juventud Comunista (con jurado integrado por Pablo Neruda, Juvencio Valle y Jorge Teillier); en 1976 recibió el Premio Casa de las Américas (La Habana, 1976); Segundo Premio en el Concurso de “El Mercurio” convocado en 1988, y el Premio Municipal de Santiago en 1991. En 1972 fue integrante becado del Taller de Escritores de la Universidad Católica, y ha obtenido en dos oportunidades (1998 y 2003) la beca de creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, entidad de la que fue consejero en 2006-2007. Ha sido también director de la SECH.

Obras publicadas: “Arte de vaticinar” (1970), “La Moneda y otros poemas” (1976), “Versos para quien conmigo va” (1986),. “Trabajos en la vía” (1987), “De este anodino tiempo diurno” (1990), “Sonetos” (1992), “Décimas de nuestra tierra” (1993), “Anna Pink y otros poemas” (2000), “Bar abierto” (2005) , “Rumbo a Corfú” (2007).


Menciona a:

Rolando Cárdenas, Guillermo Quiñónez, Pedro Plonka, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Rosa Betty Muñoz, Cecilia Vicuña, Palmira Rosas, Sergio Ojeda, Horacio Eloy, Germán Carrasco, Guillermo Valenzuela, Malú Urriola, Mauricio Valenzuela, Javier García, Juan Podestá, y muchos otros...


Poemas de Hernán Miranda


“A NADIE DARÉ UNA DROGA MORTAL...”

Aquí estoy solo con mis pócimas, mis escalpelos,
mis uñas rotas, mis salpicaduras.
Aquí con mi intranquila conciencia.
Aquí con mi mundo perturbado.

Aquí, con mi cadáver desnudo sobre el mármol
y el tiempo que aquí debería ser abolido.
Somos los mismos. Los que tuvimos un día
la capacidad de asombrarse.

Cartílagos sólo hay, sólo huesos.
Debo suturar desgarros que yo no produje.
Debo hacer coincidir las piezas de un cráneo.
Soy demasiado humano para vivir en paz.

Pero quién se sonreirá por ti algún día.
Pero quién repetirá después las cosas que tu dijiste.
Pero quién cometerá tus mismos errores.
Pero quién heredará tu desencanto.

Morirse pero contemplar tu propio funeral.
Pero huir y ser testigo de tu fuga.
Pero perderse y participar en tu propia búsqueda.
Pero se trata de estar aquí y en otras partes.

Pero yo soy un cirujano fiel a su juramento
y seguiré cortando tendones, removiendo las vísceras
sin lograr ver en ellas el futuro
y a nadie daré una droga mortal.


INSECTARIO

Yo me enamoré una vez de una muchacha maravillosa
y los dos preferíamos los vanos de las puertas,
los rincones más oscuros de los cines,
de las plazas públicas.
Huiamos de la luz como los fantasmas que éramos en realidad
y esperábamos la noche
y apagábamos todas las luces para hacernos el amor.
Yo gustaba de recorrer todo su cuerpo
centímetro a centímetro
como un escarabajo por las habitaciones en tinieblas.
Y ella tenaz y laboriosa como ninguna
tejía y destejía en silencio su tela sobre mis labios.
Un día nos equivocaríamos de grieta
o la luz del día nos ahuyentó en opuestas direcciones
y nos perdimos de vista entre la multitud.

De ese tiempo,
mi sensación de llevar antenas en la frente
y los ojos facetados.

De ese tiempo,
mis pestañas sensibles a la luz del sol
y mi forma de andar
de insecto extraviado entre los hombres.

Del libro “Arte de vaticinar”, 1970


IGLESIA DE LA MATRIZ

En la Viña del Señor
hombres suelen ser muertos
a manos de los escopeteros
que cuidan las uvas.

La Iglesia de la matriz se sentó
Cuando vino el terremoto. Ahora
Está nuevamente de pie.
La iglesia más antigua de Valparaíso
Es saludada por un borracho que orina en la pared
Casi por encima de un amigo dormido.
Es un vagabundo que se ha echado a morir
Bajo la Vía Láctea
En los momentos que Cristo de la Agonía
Sale en procesión por las calles del puerto.

Vaya, amigo, a Valparaíso en Viernes Santo
Y entre al bar de los que nada esperan.
Quizás un hombre flaco y patibulario
Le diga también
Que en Viernes Santo no hay que matar a nadie.

Del libro “Versos para quien conmigo va”, 1986


TODO ENCAJA EN TODO ARMONIOSAMENTE

El macho encaja en la hembra y la hembra en el macho
tal como el cuchillo encaja en los labios de la herida sangrante
y el árbol de corteza arrugada en el paisaje que lo rodea.
Cada palabra encaja como un rompecabezas dentro de lo conversado
así como una mirada encaja entre otras miradas
o la columna atacante en el espacio del enemigo
que se repliega a duras penas.

El extremo oriental del Brasil encaja en la costa occidental de África
y el cuerpo del atormentado en el instrumento que lo lacera,
la mano del ladrón con su presa.

El vuelo de un pájaro y la caída de un pájaro encajan
y el fusilado en las balas que lo perforan
y el niño en su madre
y una boca que besa en otra boca que devuelve el beso.
La línea quebrada de las montañas encaja en la línea quebrada
del cielo que hay sobre las montañas.
El río encaja en su cauce
el mar en su lecho cóncavo
y en su cuenca el ojo lloroso y la llave en la cerradura.

Todo encaja con todo
y no parece tarea fácil desligarse de este designio.
Cómo separar al muerto de su ataúd
o la partida del viajero de su regreso.
Todo se relaciona con todo
y hasta el que se esconde en una isla solitaria
encaja como un alfiler en la solapa del olvido.
Cada cosa se disuelve dentro de otra
y hasta “el camino de subida es el mismo camino de bajada”.

Al poema le es dado envolverlo todo,
evidenciar las relaciones que hacen posible
la armonía del caos.

Del libro “De este anodino tiempo diurno”,1990


VOY AL BAÑO A MEDIANOCHE

Voy al baño a medianoche
y dos o tres cucarachas huyen a esconderse
Una de ellas se queda a medio camino
y se las arregla, negra y reluciente,
para simular que está escondida
inmóvil en un resquicio
Yo también simulo que no la veo
Y actúo para ella representando mi papel
“No te preocupes (le digo al retirarme). Sé
lo que es ser sorprendido en medio de la noche,
sé lo que es vivir en peligro amenazado siempre por el poder”.


Del libro “Anna Pink y otros poemas”, 2000

Silvia Veloso


Silvia Veloso (España, 1966). Publicó ‘Sistema en caos y Máquina’ en 2004 (Finalista del Premio de Poesía Macedonio Palomino 2007, México). Algunos poemas de su libro ‘El minuto americano’ fueron incluidos en la compilación ‘Gutiérrez’ de Andrés Braithwaite, Santiago de Chile, 2005.

Menciona a:


Claudia Donoso
Catalina Mena Hilda Hirst Stella Díaz Varín Alejandro Zambra y los grandes padres/madres.



1.
SISTEMA EN CAOS
(ley de gravitación universal)

Batman reposa sobre un árbol.
Y medita.
Está cansado de luchar con los villanos.
Puede incluso que hoy
se deshaga de su máscara
estrelle el baticoche en un acantilado
y libre al mal nuestro destino.
Hasta la voluntad más firme a veces quiebra.

Al mismo tiempo, arriba, en el árbol,
la voluntad de la física,
soberbia poderosa entronada en ley, juega
y desprende lentamente una manzana de su rama.
Cae, según convenio
a nueve coma ocho metros por segundo
golpeando la cabeza de goma del murciélago.
Rueda por el suelo.
¿Casualidad?

Batman recoge la manzana.
Y mira, alternativamente,
el árbol,
la manzana.
La manzana.
El árbol.

“¡Cáspita!
He comprendido algo.
La manzana.
El árbol...”

“¡Santas manzanas y acertijos todopoderosos!”, dice Robin,
“¡Batman, asoma un súper-chichón entre tus batiorejas!”

Asunto poco usual: Batman sonríe y responde: “no importa, Robin,
ahora sé que a veces Plutón no es el último planeta.
Sé que todos los cuerpos se atraen.
Sé que el universo está lleno de leyes estúpidas.
Hypotheses non fingo”.

Hacer.
O ficcionar.
Entonces la manzana vuelve al árbol.
Batman a su labor.
El bien se reacopla al mal.
Einstein sonríe modesto.
Y Galileo, Copérnico, Kepler y Newton descansan en paz.

Fue sólo un momento de caos en el sistema.

Del libro ‘Sistema en caos y Máquina’


2.
CASILLA 31 (el pozo)

Canción de cuna
para mi hija huérfana
de su padre muerto.
Yo juré que no tenía un arma.
No.
No la tenía.
Lo juré en un estribillo.
Lo juré como Pedro juró no conocer al rey de los judíos.
Dije ven.
Dije así, ven así.
Dije cosas sin sentido.
No pensé.
Olvidé cerrar la puerta, hacerle nudos a las cuerdas y bajar la voz.
Y juré.
Repetí: no, no tengo un arma.
No la tenía.
Yo juré que no la tenía en la canción.
Olvidé dónde se había perdido.
Si no estaba en la letra se escondía en la habitación.
Y seguí.
La busqué.
Dije ven, amigo. Lo llamé, enemigo.
Fue así. Ya no sé. Ya no juro.
Dónde estás. Yo no estoy.
Es verdad, mi niñita, no la tenía.
Juré que no tenía un arma.
No la tenía.
Cantaba para ti. No estaba en el estribillo.
Dónde la encontré. Dónde me perdí.
Tú dormías cerca y ella dormía en el cajón.

Del libro ‘El minuto americano’


3.
MEMORIA DE MILTON

Al principio, los alambrados eran tímidos.
El periodismo poesía.
La verja la medida del rango y el honor en los juegos de los niños.
Embocar a diez pies, diez puntos.
Al doble, cincuenta.
Y a treinta, cien.

¿Por qué tardaron tanto?
Errores públicos: guardados.
Errores privados: también guardados.

Mi dolor no tiene fin porque no tiene objetivo.
Lo que perdimos lo que vimos lo que todavía no es
para una poesía orgánica
de versos hidropónicos
sin fertilizantes ni aditivos
que digan de azul azul.
La economía fluyendo
su económica belleza en equilibrio
el verso del poder vibrando en una línea de balance
breve
como la última nota antes del silencio
el cuerpo perfecto del animal político.
Se fue
el lirismo está fuera de mí
está en el curso sinuoso de la raya continua en el asfalto
la que entra y sale de esta ciudad que es todas las ciudades
con sus calles y edificios
la idea de ciudad hecha ciudad
y sus gentes
un proyecto de gentes bien pensado.
El terrorismo se hace de palabra
el resto son acciones
por cada muerto inocente levantaremos una pirámide
a cada lado del alambre
equilibrada sobre el filo del alambre
para que la suerte decida su futuro
porque no fuimos ni vinimos
tampoco iremos
sólo estamos
ese estar de las lenguas que se tienden a morir sobre almohadones blandos
rodeadas de bastardos y la última frase que quieren recordar.
La circunstancia es un hecho voluntario
el rincón de intimidad no negociable.
El miedo frunce
la culpa roe.
Antes,
sólo dependía de mi aburrimiento.

Todo se ha quedado quieto.


Entonces,
todo viene de regalo y el azar golpea.
Los perros vuelven a ser lobos.

Mugen las vacas en la sombra.
Se aprietan los terneros.

Los hombres se guardan en sus cuevas.
Encienden fuego.

Los días se repiten.
El tiempo es terco.

Silencio.

Un poco más.

Es el viento.
El viento en los campos meciendo a los espantapájaros
volando sus sombreros
despeinándoles las greñas amarillas.
Velan los espantapájaros los campos dejándose comer los ojos por los cuervos
pero sus brazos en cruz no bajan la guardia.

La anábasis de Palmira fue de buena fe.
El país grande.
Todas las madres perras.
Las animitas idiotas.
Las secretarias putas.
Los incorruptos carne en descomposición.
Nosotros los ingenuos.
Iba un tuerto por las calles pregonando con el sahumerio:
cuídate hermano y guárdate cuando las ciudades encienden sus ojos.

Abrieron los ojos y algo pasó.
De los espantapájaros queda su cruz.
Del agua la sed.
De dios un dibujo.
Venecia hundida en sus canales.
India y Holanda sus floreros.
La llanura americana en cada espiga
quebrado el espinazo.
Fue un alto en el camino volver a caminar.
Todos los malos pensamientos jugando al ajedrez contra la casa
y la edad futura saliendo al paso
Año de Mil Trescientos Siete Años
por la gracia de dios
Año de Dos Mil Seis Años
por la gracia de dios
Año de Tres Mil Quinientos Cuarenta Años
por la gracia de dios
el amontonamiento de dios, el primer siglo
el último minuto mojando pan en vino
el activo de los sueños la experiencia en el pasivo
un jardín donde había una casa
una casa donde había un jardín
la simetría y su esquema moral ocupando sitio
la ropa de los muertos colgada en los armarios
la rutina cortando sus vestidos.
Era de aquí y lo he sido
admirando el anonimato perfecto de los árboles
su igualdad aparente
esa forma de mirar el tiempo sin moverse de lugar.
Caer cuando el momento de caer llega.
Léeme despacio que tengo prisa.

Vamos a quemar la casa y el seguro no nos cubrirá.
De las cenizas brotaremos.
La calle nos va a lamer las botas.
Vamos contentos. Y vamos a quemar la casa.
Como los viejos hugonotes y los chinos de la plaza
para volver hemos venido.
Hoy es el día.
Trescientos iguales saltando por las ventanas de los edificios.
No vamos hacia el cielo.
Vamos hacia el suelo y vamos a quemar la casa.


Porque soy yo pero no soy yo quien ha escrito,
terminaré cuando acabe.
Eso le dijo a un papa un pintor.
Yo haré lo mismo.

Del libro ‘Vamos a quemar la casa’


4.
NO ARROJA RESULTADOS

Todos los muertos son iguales
la pobreza se parece
por cada hombre una ventana asomada a un edificio
las escaleras, los intestinos
peldaños que hay que subir
y bajar
bajar y ser subidos

nos dijeron que debíamos correr
y corrimos
sobre las páginas gastadas y el agua de los ríos secos
nos dijeron que debíamos ser rectos y nos daban el ejemplo más torcido
nos dijeron los nombres de las cosas y a las cosas nombramos por su nombre
todo lo que debíamos hacer nos dijeron
y lo hicimos
fuimos quienes fuimos
quienes nos tocó ser
en un país que nos quedaba grande, pequeña la cultura de las cañas, los rincones repetidos y el acento marginal

desde que te fuiste querido luso, la aldea ha crecido mucho
ya no es tuya ni mía
lo anotas con el lápiz y preguntas de quién es
quieres saber y no sé contestarte
dicen que el paisaje nos da miedo, que está lejos
que tapiaron las ventanas de la aldea y todo el mundo se fue
se caen los techos
le crecen malas hierbas a los muros
ya no se andan los caminos, ni siquiera se navegan
hemos ido hasta donde llega la furia
hasta donde los barcos llegan antes de regresar

nacen los poetas y después se hacen
rebañando su plato de lentejas
esperando que la lluvia llene la piscina
tejiéndose nudos en el pelo para recordar que son poetas
que cada cual necesita doce apóstoles y el riesgo de un traidor
cuando de dios habla cualquier dios
cualquiera de los dioses a quien les preste oído
hombres de la genética de dios
si sólo somos nombre, cambiémoslo
el plan fallido es repoblar el corazón de las ciudades
la belleza es ver cómo se falla cada vez que se caen los edificios

hay algo en comer carne
algo conmovedor y brutal
para la carne se afilaron entre dientes los colmillos
para tener amigos hicimos perros a los lobos

en el sonido del mar se educan los alevines
otreando
repitiendo
buscando el calor de los vecinos
‘pintando en los cuadernos pájaros que se vuelan del papel’

será verdad, una historia también cabe en un poema
apretada en una frase
calzada a la ley de una ecuación
hoy es lunes y debo escribir mis versos
si fuera que a los versos les importa el día o la estación
si fuera que al sol le importara que lo miren
y yo, que he pecado de ira y de soberbia, pero no de envidia ni de gula
soy un mono con bolígrafo.

Del libro ‘Sala de trofeos para una colección’


5.
EL EXILIO NO CURA

Hay spleen de cemento y spleen de ese espacio abierto que atraganta los ojos
el del yo mínimo y su carnet de identidad
se nos fue el siglo y nos cayó el milenio encima
los viejos Pixies sonaban a viejo
porque nosotros y los Pixies éramos ya viejos
el paraíso es paraíso mientras dura la canción

aunque a nadie le interesa cómo crecimos
yo crecí con un trozo de verde al frente
y ese era el tamaño del mundo posible
crecía haciéndole sombra al muro
pegado al muro
dentro de los muros
tres pinos un sauce y el rosal
un ciprés en cada esquina
poniendo en fila los gusanos de los muertos
como el arte de pintar una línea recta en el asfalto
para ver hasta donde me alcanzan los ojos
a veces más

el paisaje blanco escrito en rojo no fue menos blanco
ni menos mudo el silencio escrito en rojo
soy y fui lo que no he sido
haciendo de mi cuerpo Esparta
pintándolo de acrílico brillante
pero el barniz era barato y perdimos el brillo antes de empezar

el miedo te doma
te sodomiza
goza masturbándote con su lengua entre las piernas
agota con el sufrimiento atlético y embellecido del cristo de la cruz
la infancia del verso en una espina, me quiere
otra espina, no me quiere
en el orden y la belleza de las cosas descansaba nuestra sanidad
la edípica la elíptica la típica
alzada en el tacón
por el lado duro del sueño ve una estrella que se va
por el tiempo de los otros
un dogma
una fe
una fe con su dogma
el punto exacto en el que se atornillan las letrinas

y no esperaba encontrarlo detrás de un verso
detrás de un verso no estaba
porque estaba en un subsuelo o colocándole el fastial al último edificio construido o dibujado
o sólo emborronado en el papel con cuatro palos trazados sin regla ni reglas para mantenerlo en pie
porque no importa que se alce o caiga ni si resiste el barro a los cimientos
si las ventanas hacen vista o miran hacia adentro como los nudos del ombligo cortados por el bisturí

eso decían las hojas que no dicen nada sino hojas
que el pasado aprieta
que el presente estrangula
que el futuro hay que salir a buscarlo corriendo
con zapatillas cómodas
porque va rápido y está lejos y no quieres que te salgan llagas en los pies.

Del libro ‘Sala de trofeos para una colección’

Tulio Mendoza Belio

Foto: © Vladimir Rosas Salazar


Tulio Mendoza Belio, nace en Rancagua, el 24 de agosto de 1957. Poeta, escritor, profesor, traductor, crítico, editor, artista visual y gestor cultural. Hace 32 años que reside en Concepción. Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua por Concepción. Egresado del Programa de Magíster en Artes con Mención en Lingüística, Escuela de Graduados, Universidad de Concepción (1987). Traductor francés-español, titulado en la Universidad de Concepción (1980). Actual Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), Filial Concepción; Director-Fundador, en 1982, del Taller Literario “Fernando González-Urízar” de Concepción y Presidente del Centro Cultural “Fernando González-Urízar”.

Recibe en el año 2005, la Condecoración Medalla Santa Cruz de Triana, otorgada por la I. Municipalidad de Rancagua, Decreto Exento N°2276 “por su larga trayectoria dedicada a las letras, en especial la poesía.” En el año 2006, recibe la Condecoración Medalla “Escudo de Armas Ciudad de Concepción”, distinción otorgada por la Cámara Provincial de Turismo.

Beca de Creación Literaria Consejo Nacional del Libro y la Lectura, 2006 (ensayo literario) 1998 (creación poética); Fondart 1997, Area Literatura; Mención Honrosa en el Primer Concurso Literario de Poesía "Andrés Sabella" (2006); en tres ocasiones ha obtenido el primer lugar en el Concurso Literario Nacional “Oscar Castro Zúñiga”, en los años 1998, 2001 y 2005. Han participado en el Jurado los Premios Nacionales de Literatura: Miguel Arteche y Alfonso Calderón; los Miembros de Número de la Academia Chilena de la Lengua, Fernando González-Urízar, Matías Rafide, Delia Domínguez y Guillermo Blanco y los escritores Gonzalo Drago y Luis Agoni Molina.

Director-Editor de la Revista de Poesía “Etcétera” y de las Ediciones del mismo nombre, en la cual han publicado muchos escritores de la región y también de otras ciudades. En este mismo ámbito, es creador de los “Cuadernos de Poesía Etcétera”, de los “Cuadernos del Unicornio”, de la Colección de Cassettes “La palabra dicha” y de la Colección de Videos y DVD “La palabra vista”.

Algunas obras publicadas: Fragmografías (1986, 199); Trece poemas (1986); Para que no haya olvido (1988); Elegía por los hijos de la luz (1989); Puerta del ser (1992); Mayoría de edad (1997); Estaciones para un cuerpo (video: 1997; DVD); Verdes interiores (1998); Concepción, a todo Sur (textos y fotografías, 1999); En tu hermosa materia (2005, Palabra previa de Juan Carlos Mestre); Fernando González-Urízar: un clásico contemporáneo (ensayo literario, 2008); Alacrán de la belleza (2008). Su obra plástico-visual se expresa en “Tinta de poeta” (dibujos, collages y obras en técnica mixta).

Menciona a:

Gonzalo Rojas
Fernando González-Urízar
Miguel Arteche
Óscar Hahn
Gonzalo Millán
Enrique Lihn
Elvira Hernández
Jorge Cid
Carmen Berenguer
Teresa Calderón
Diego Ramírez
Andrés Morales
Rosabetty Muñoz
Delia Domínguez
Tomás Harris
Eduardo Llanos Melussa
Juan Cameron

Poesía:

Del libro “Alacrán de la belleza” (Ediciones Etcétera, 2008)


CUESTIÓN DE FE


Creo en el cuerpo
y en la resurrección áurea de su carne,
materia herida que de putrefacción
será ilusión, como afirma el poeta*;

creo en la sangre
que alimenta su templo, en el semen
fluvial de la lluvia que moja su pelo,
en la herida nocturna
y sus labios hambrientos, en el beso
de luz de sus ojos cerrados, perfectos;

creo en el cuerpo,
en la presencia amada
de músculos y nervios y noches
que no acaban, de días que vendrán;

creo en la música, en su lava transparente,
en la cítara blanca
que despierta entre tus piernas,
en las cuerdas tensadas y en el arco violento;

creo en el cuerpo y su espejo que brilla, en el vuelo
de su pacto secreto, en la fiesta
de su tacto terrible;

creo en el instante, en su fósforo
repentino, en su temblor, en sus varillas
y en sus alas de cera y en el fuego
que levanta mi cuerpo
cuando estoy contigo.

____________
*Ver poema Daimon del domingo
de Gonzalo Rojas.


PIERCING

Un aro en cada oreja, en cada dedo un sueño,
alfileres y clavos, tetillas perforadas,
ombligos bajo llave, puntas,
un Príncipe Alberto, prepucios imantados
por un metal que no es de este mundo;
orificios, expansiones, el catéter y la sonda,
todo un río de gótico perforar;
cejas cortadas, púas que brillan
cuando el ojo de vidrio recibe fósforo;
un clip de oro anunciando un pubis azul,
un prendedor, un gancho, una cadena,
el corazón traspasado de delicia, dicen,
de sado, de maso, de esquizo;
un candado sobre el cuero negro, frío,
brillando su ocio puro, su olor a piel;
en la lengua un botón metálico, el roce
de otra lengua en un juego de saliva y sonido,
el crótalo del deseo, el imán de la dicha;
una cadena reluciente sobre la tibieza
y tus ojos,
tus finos ojos maquillados...


MAGNIFICENCIA

Habrá de ser como de amanecida,
como llegando, indisciplinados,
del antro oscuro ése, después de haber
imantado las estrellas con olor a cuerpo,
y haber sentido el sudor
con nuestras lenguas bajo la bella esfera luminosa;
o si prefieres (el deseo ya me quema las ansias),
será después de la liviana cena y la bebida,
tomando el ascensor, demorando su llegada,
como si hubiéramos perdido en el trayecto
llaves y cordura, elegancia y distinción
(aunque eso nunca del todo, ya lo sabes)
o, en fin, ya metidos en la cama
cuando la carne es puro encomio, divina joya
y resplandece, sólo para nosotros,
el sagrado vínculo de lo bello con lo bello,
la chispa de su filo, el roce de su encanto.
Que sea como sea, pero con toda magnificencia,
que es un lujo estar contigo siempre.

Del libro “En tu hermosa materia” (Ediciones Etcétera, 2005)


ARTE POÉTICA

Cuerpo el poema, cuerpo la palabra
cuerpo, cuerpo la noche del sentido
en que llegan a mi cuerpo sonidos
como por obra de un abracadabra.

Allí aguardas en espera que se abra
la puerta del vocablo que conmueva,
das caza a toda pieza que se mueva
y desechas aquella que no ladra.

Te empeñas en buscar la buena nueva
que anuncie de algún modo ese destello
que destape el oído de los sordos.

Te pasas sin dormir la noche entera
mientras pones tu sangre como sello
y bebes el poema sorbo a sorbo.


PARA UN AMOR GRIEGO

En 'La invención de una vida' de Josyane Savigneau,
el azar, la voluntad o el amor, han puesto frente a frente
a dos mujeres: Marguerite de Crayencour, conocida como Yourcenar,
y Grace Frick, una joven profesora norteamericana.
Si abrimos el libro, ambas nos miran desde otro tiempo,
desde otra luz, con la inteligencia y la pasión
de los verdaderos amores. Si lo cerramos,
esos dos rostros juntan sus labios en una misteriosa exactitud,
en un beso que existe eternamente
porque su intención está por sobre leyes y partidos:
Comme un vin qu on répand, comme un lotus qui fleure.*

_________________
*Como un vino que se vierte, como un loto que respira
Del poema "Une cantilène de Pentaour"
del libro "Las caridades de Alcipo" de Marguerite YOURCENAR.




http://www.galeon.com/tmbpoeta


Carlos Soto Román


Carlos Soto Román
Valparaíso, 1977. De profesión Químico Farmacéutico.
Participó en los Talleres de Mauricio Redoles en 1995. Ha publicado 'La Marcha de los Quiltros' en 1999 y 'Haiku Minero' el 2007. Ambos bajo el sello Ediciones Independientes La Calabaza del Diablo. Sus trabajos han sido recogidos en la Antología 'Bar' (Ediciones Casa de Barro, 2006) y en el Libro Colectivo 'Pozo' (Ediciones Lanzallamas, 2006). El 2004 obtuvo la Beca de Creación del Consejo del Libro y la Lectura.

Menciona a:

José Angel Cuevas, Claudio Bertoni, Cristián Cruz, Claudio Guerrero, Alejandra Gonzalez, Florencia Smiths, Ernesto Gonzalez B., David Bustos, Jaime Pinos, Roberto Contreras, Carlos Henrickson y Piero Montebruno.Poemas de CARLOS SOTO ROMÁN

My Way (de La Marcha de los Quiltros, 1999)

Dime Frank
¿Cómo es posible que un
extraño de ojos azules
pueda fumar tranquilamente
la noche neoyorkina,
sabiendo
que lleva a cuestas
la vejez prematura
y el asombro desteñido
en las solapas?
Dime Frank
¿Será suficiente
arrojar 3 sucias monedas
a una fuente de deseos marchitos
o atar una cinta amarilla
a un viejo roble podrido,
para volver a sentirse joven
y vivir noche y día
a una manera distinta?
¿Debo cometer suicidio
en Ipanema, Frank?
¿Será una maldición
lo que llevo
bajo la piel?
Noche Boca Arriba (de Haiku Minero, 2007)
Ahora bien,
sería menester aplicar
el siguiente ejercicio:
Acostarse y cerrar los ojos
imaginando
que no hay nada.
Que todo lo que ves
(que no es nada)
es todo,
e imaginar una espera,
insidiosa, con sabores
monumentales de hambre y fatiga.

Empezarían a aparecer sudores
y un leve temblor esporádico
en las extremidades.

Imagina que tengas que
imaginar tus manos.
Y que tus pasos sean torpes
e inseguros,
como los de un viejo y pequeño Borges
tentado en medio del laberinto.

Se puede despertar, eso sí,
bañado en sangre,
jadeando como un animal en celo.
Se puede despertar, eso sí,
y correr a la cocina
por un vaso de agua.


Corazón Revelador (de Haiku Minero, 2007)

El encierro parte del encierro.

Como de los gusanos es parte
el atravesar la superficie
(como la muerte y las raíces),
el encierro parte
del momento mismo del menoscabo.

Dicen que a metros bajo tierra
es posible oír todos
los rumores del mundo.
Que son sólo latidos, casi imperceptibles
que se vuelven de un momento a otro
como un tronar desesperante.

Dicen que la humedad
es parte del encanto,
y que ésta a veces sofoca,
como la mesurada tristeza
que surge de la imposibilidad
de ver el propio rostro
En el espejo.



El Bar de los Rematados (de Haiku Minero, 2007)

"De los tiburones logré escapar.
Al tigre lo derribé a tiros.
Lo que me devoraron
fueron los piojos"
Bertold Brecht

El vocabulario es escaso
(eso hay que decirlo)
como también se extrañan
los pequeños brillos que,
como chispas que brotan
del contacto de la piedra con la herramienta,
esconden cautelosas algunas secretas ojivas.
Hay que decir también,
que tras la espuma de todos los vasos
alguna vez servidos en este bar,
se podrá apreciar solemne
(bajo ciertos ángulos de la luz)
el color de los sueños de los comensales.
Pero no es sólo el seseo ágil
y casi imperceptible
(cual lengüeteo de víboras),
de las cartas deslizándose
a través de la mesa.
No es tampoco el estruendo,
titánico y arrabalero,
de los dados picando los contornos.
Los parroquianos, uno a uno,
secreteaban nerviosamente la brisca.
Con la actitud serena y sospechosa
de un extraño quiromántico,
iban dejando la vida en el naipe.
Y las pequeñas gotas de sudor
que brotaban mágicamente de sus entrañas,
como perlas en medio de la oscuridad,
fatalmente los delataba.
Uno a uno los comensales, entonces,
abandonaban las cartas
y dejando los vasos a medio servir
atravesaban el misterioso y críptico jardín.
Como los primeros endemoniados,
no era necesario mostrar credenciales.
Uno a uno, con palas y picotas al hombro,
con su inventario personal de miserias,
paso a paso
iban
entrando
al
frío
Jardín.


Sin titulo (de Pozo, publicación colectiva, 2006)

Y en la soledad aglutinante
de estas 4 paredes
coroné mis sueños
cual partículas nocivas
coroné mi propio despertar
de entre los más tocados
en el fondo del corazón
el pozo de los desperdicios.

He aquí la verdadera caverna del hombre.
He aquí el naufragio.

El sol asoma tras las rocas.
Mis manos y mi frente sangran.