Eduardo Llanos Melussa


Eduardo Llanos Melussa (Santiago, Chile, 1956). Poeta y psicólogo, se desempeña como docente de pregrado y postgrado en comunicación y creatividad.

Contradiccionario (1983) ensambla varias obras premiadas en diversos concursos de poesía (Ariel, 1978; Literatura Juvenil, 1978 y 1982; Gabriela Mistral, 1979; Juegos Florales de Valdivia, 1982). Obtuvo también el Premio Iberoamericano (1984), el Latinoamericano Rubén Darío (1988), el Centenario Gabriela Mistral (1989) y el Pedro de Oña (1990). Antología presunta (FCE, 2003) recibió el Premio Altazor 2004.

Mantiene inédito un extenso estudio sobre poetas suicidas, y otro sobre psicología, educación y cine. Como académico, la Universidad Diego Portales lo distinguió con el Premio Mustakis a la calidad docente (2000), y la Universidad Central lo premió como profesor de excelencia (2007).

Ha sido parcialmente traducido al italiano, portugués, francés, inglés y estonio.

Aunque no pertenecen a Contradiccionario (su obra más conocida), los poemas elegidos se consideran representativos, pues se seleccionaron a partir de Antología presunta. El primer texto, titulado “Crono/lógica”, vale como una presentación y una autobiografía. Los caligramas “Helicóptero” y “Sudamericanos” datan de 1986, mientras el poema dedicado a Enrique Lihn data de 1988. La “Poética” fue publicada por primera vez en 1996.

Menciona a:



Poesía:

CRONO/LÓGICA

1955: Por cuarta vez, un espermio de don Ulises fecunda un óvulo de doña Margarita.
1956: Aprovechando un descuido de mamá, hace abandono del vientre de ésta (enero 10). Ese mismo día expiraba César Moro (Lima) y, de estar vivo aún, Vicente Huidobro hubiera celebrado su cumpleaños Nº 63.
1957: Muere Gabriela Mistral (también en enero 10, pero en Nueva York).
1960: Ve un diaporama sobre Gabriela; sus versos −recitados por ella misma− quedan resonando de por vida entre sus sienes y su pecho. Decide ser arquitecto, probablemente porque le gustaba el sonido de esa palabra. Conoce el mar (Cartagena) y decide ser marino. De labios de su padre aprende la palabra “díscolo”.
1962: Crisis de los misiles. Oye la noticia mientras chutea un balde plástico a manera de pelota. Decide ser futbolista. Muere Marilyn Monroe, y pregunta que significa la palabra “suicidio”.
1965: Hermana mayor declama la poesía más cursi de la lengua española. Se promete a sí mismo vengarse de ese aprendizaje involuntario.
1967: Aprende a andar en bicicleta. De acuerdo: no hay en esto (ni en lo demás) precocidad alguna, pero lo cierto es que decide ser ciclista.
1969: Alunizaje norteamericano. Le importa un bledo: prefiere fisgonear los muslos de una vecina.
1970: Allende presidente electo de Chile (septiembre 4). Decide ser dramaturgo y psicólogo.
1972: Escucha a Violeta Parra, Víctor Jara, Paco Ibáñez, Serrat, Piero, Favio, Santana, Horacio Guaraní y un etcétera casi interminable. Se fanatiza con el atletismo y decide ser maratonista.
1973: Empieza estudios en el ámbito de las Ciencias Sociales (U. de Chile), pero en secreto da rienda suelta a sus bajos instintos literarios, leyendo sobre todo poesía chilena y latinoamericana. Guillotinazo en el país (septiembre 11): lamenta no ser historiador.
1976: Toma té sin galletas. Viaja a Buenos Aires. Lee a Rilke en la calle Corrientes, pero se distrae con las argentinas que pasan (y pesan, pisan o hasta posan, sólo que eso ya es materia de otro poema).
1978: Inicia su práctica profesional, combinándola con algunos cursos en el Depto. de Estudios Humanísticos (U. de Chile), cuyo inmueble usurpará un año después la policía secreta.
1980: Viaje a Caracas y, en un plano más local, diversos viajes en Metro por Santiago.
1983: Autoedita en papel de envolver su primer libro.
1988-1989: Bienio de agitación sentimental. Confunde los senos con planetas; a veces se comporta como astronauta y otras veces como astrónomo.
1990: Remanso. Dosifica su libido, enamorándose sólo los viernes, por la noche, y ocasionalmente las mañanas de los martes.
1991: Decide escribir este poema; lo hace.
1992: Lo pasa en limpio. Lo llaman a almorzar e interrumpe el poema.


ESBOZO DE POÉTICA

De seguro, la poética más confiable no es la que se redacta deliberada y explícitamente bajo ese nombre, sino aquella otra que late en la obra misma. Y es sabido que entre ambas suele haber la distancia que va de una promesa a su cumplimiento. En mi caso, creo que también estas líneas sólo tendrían sentido si estuvieran refrendadas por los poemas que he escrito, varios de los cuales insisten –incluso más de lo que yo mismo quisiera– en las gracias y desgracias del oficio poético. Sin embargo, aclaro que posiblemente no se hallarán aquí poemas de esa clase si aparecen también en otras antologías, pues yo mismo solicité a los antólogos evitar las repeticiones.
De todos modos, aceptando el desafío de arriesgar una poética de una página, diré que concibo la poesía como un puente colgante entre la conciencia de nuestra precariedad humana y el anhelo de una existencia más alta; un asomarse a las bocacalles de lo humano, allí donde se dan cita el deseo y la palabra, la naturaleza y la historia, la imaginación y la lucidez, la libertad y el rigor, lo cotidiano y lo trascendental. Aspiro, por tanto, a una poesía integradora, desenajenante y revulsiva; una suerte de antiespecialidad capaz de conciliar el diálogo y el silencio, la individuación y la fraternidad, el vuelo y el arraigo.
Pero, en un mundo mercantilizado y tecnologizado, el poeta agoniza tanto si se vende como si se retrae, y nadie lo escuchará si se limita a la sola majadería de invocar valores espirituales en la ilusión de encarnarlos. Cierto: el poeta no es un pastor de nubes tendido bucólicamente en el prado siempre verde de la quimera; ni un autista flectado sobre sí mismo y ya candidato a una tortícolis crónica de tanto asomarse a la ventana para verse pasar; ni un cantor a dieta que cucharea un plato de almíbar para endulzar la voz; ni un jardinero que riega sus macetas con lágrimas propias o ajenas y que luego fabrica guirnaldas celebratorias o coronas funerarias. Sin embargo, también es cierto que el poeta no puede limitarse a mirar el mundo como quien ve a un sonámbulo que camina hacia el abismo; al contrario: asumirá con resignación el inevitable forcejeo con su tiempo, y no temerá malquistarse con el poder o con la masa acrítica, ni se fascinará en los salones del establishment, ni reptará hacia la nombradía negociando con ese tipo de gacetilleros que abren cada libro como si fuera un refrigerador, sin poder distinguir entre un bife y un poema. Aunque lo tilden de romántico, para él la poesía sigue siendo esa muchacha desnuda que le guiña un ojo y se hace seguir hasta una cabaña, exigiendo la renuncia a toda brújula que no sea el olfato, y mostrando como mil veces mejor el placer del tacto mutuo que el de una abstracción solitaria, y como preferible la contradicción dolorosa a la siesta rutinaria o la complicidad con la mentira institucionalizada. Porque, en el fondo, la poesía pesa tanto como la inautenticidad que desaloja. [Santiago, 08.05.1994]


[Texto incluido en la antología publicada por Teresa Calderón, Lila Calderón y Tomás Harris: Venticinco años de poesía chilena (1970-1995). Editorial Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 272].





SUD
AME
RI
CA
NOS:
Jamás hemos
conocido otro milagro
que la multiplicación de
los precios del pan y los peces
y ningún infierno nos inquieta tanto
como la trasmigración de las armas
desde los Estados Unidos del Norte
hasta los estados desunidos del sur
tierras llenas de verbos verdes
donde esta América toma
forma de lágrima
o más bien de
racimo casi
maduro y
que ya
se está
desgra-
nan-
do
.
.
.



















ENRIQUE LIHN ENTRA Y SALE DE LA PIEZA OSCURA


Ahí va, sentado junto a la ventanilla de un tren inexistente
que cruza en cámara lenta los andenes del recuerdo.
Ahí va, rumbo a la estación definitiva
donde lo esperan los poetas de otros tiempos, como
a un hermano menor que se internó en el bosque del lenguaje
y terminó convertido en guardabosque,
ebrio de oxígeno, ese otro modo de asfixiarse.

No levitó sobre la geografía de América
ni descubrió algún nuevo elemento químico o alquímico,
mientras practicaba ese equilibrio inestable de la tinta y la sangre,
golpeándose la frente contra un muro de incomprensión,
como un adolescente que enciende su primer cigarrillo en medio del temporal
con la vaga esperanza de iniciar un incendio,
pero que termina inventando un nuevo código de señales de humo.

No aduló ni anuló a sus interlocutores;
polemizó de frente, sobre todo con él mismo,
y resultaba contuso, pero rara vez confuso, menos todavía
cuando había que jugársela por la liberación creadora
sin por ello convertirse en faro o en faraón de este desierto.
Más bien fue farero o alfarero de esta isla de arcilla,
sin otra obsesión que dar forma a una sombra que huye en las tinieblas,
porque de la palabra que se ajusta al abismo surge un poco de oscura inteligencia y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Al fin andará liviano por los aires,
integrando el jurado del Premio Nobel Póstumo
o haciendo una novela-comic con los dioses del Olimpo como protagonistas
o deambulando alucinado por los museos cinerámicos del Paraíso
o pidiendo consejos a Freud y a Fourier
para evadir la condena de ser un Sísifo
que eternamente
resbala
y resbala
por el monte
de Venus,
igual que una semilla que reinicia el ciclo entre el cielo y el suelo
o como esos charcos de agua pantanosa,
agua, agua, Enrique, agua que mañana será lluvia,
tembladerales donde serán una sola cosa tus lágrimas de cocodrilo
y los reflejos de las estrellas más inextinguibles.


NOTA: En este poema los versos en cursivas corresponden a citas textuales de algunos poemas de Lihn.



PONLE EL TÍTULO QUE QUIERAS

Yo soy el infeliz que cierta noche te hizo feliz un año entero
el ignorante que conoce su ignorancia como el labriego la tierra que rotura
el indolente dolido de comprobar una vez más su propia indolencia
el guerrero que vio en la procura de la paz una disculpa para prolongar la guerra
el docente que nunca enseñó tanto como al guardar silencio
el mensajero linchado por traer malas noticias
el creyente que jamás pudo creer en ídolos de pies de barro
y que una mañana halló tapada la puerta de su casa con ese mismo barro
y que sólo atinó a emplearlo haciendo un horno
en cuya puerta hoy ve quemarse el pan nuestro de cada día
Yo soy el inédito que iba a empapelar el alma nacional
ese que cultivó el orgullo de camuflar su orgullo con falsa modestia
el que sólo tomó en serio una taza de café una cintura unos senos
el corredor que hacía cross country hasta la virgen del Cerro San Cristóbal
el estratega que sacrificó la cabeza al encontrar tu cuerpo
el gondolero que exiliado en el desierto va remando y rimando por los canales de su
espejismo hacia una Venecia ancestral
el jinete que lleva al anca su propia sombra
el hombre niño que jugaba a no jugar
el bibliófilo que halló un libro de arena y no supo leerlo
Yo soy el coleccionista de cicatrices que otras mujeres dejaron a manera de autógrafos
yo soy el que tú sabes que sabe que nunca sabrá nada
yo soy el que al fin te regala ese poema que siempre pides
yo soy el infeliz que mejor sabe cómo hacerte feliz.


4 comentarios:

Banjara dijo...

me encantó lo de la poesía visual.....todo muy interesante
Saludos!!!

canastafamiliar dijo...

Hola!!!... que lindo blog, muy lindo, felicidades por eso.
Vale la pena decir que te encontré buscando las palabras "Elicura Chihuailaf" en http://blogsearch.google.com

No llegué a lo que buscaba, y quiero pedirte ayuda. Busco la entrevista a Chihuailaf en la Nueva Belleza de Cristian Warnken. Quiero bajarlo, ¿me ayudas?

saludos.

Unknown dijo...

que weon mas fome
o sea mas fome que la cresta!

.h.h

Anónimo dijo...

Las afinidades electivas * Las elecciones afectivas * y las aleaciones efectivas, no?


me gusta la poesía, es usted un poeta creativo.

yo no tengo el hábito de la lectura, pero aun así la poesía me emociona.

Saludos desde Querétaro, México.