Ana Rosa Bustamante Morales


(1955 Arica) residente de Valdivia Sur de Chile.
Traductora del francés, realizó estudios de Lengua y Literatura Francesas en el Instituto Chileno-Francés de Cultura de Valparaíso y se desempeña como Instructora de francés en la Consultora de Idiomas Lord Vilop de Valdivia y durante el 2008 instructora reemplazante en la Alianza Francesa de Valdivia. 
Traduce poetas desde el inglés, estudió en el Instituto Chileno-Norteamericano de Viña del Mar. 
PUBLICACIONES:
  • Publicada en dos antologías publicadas por la Sociedad de Escritores de Chile, editada por Juan Carlos García Vera, profesor de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de York, Toronto, Canadá y otra antología de la Universidad Austral de Chile gestada por el taller de Extensión de la Uach.
2007 publicó el poemario “Nuestra Piel Ancha de Fuego”autoedición.
2009 publicó el poemario "Vita Clamavi" por Edidiciones Lar.

ENCUENTROS Y LECTURAS:
Ha realizado lecturas poéticas en distintas ciudades de Chile.
Participantes de las Jornadas del Fomento Lector del Consejo de la Cultura y las Artes, Región de los Ríos.
En 2009 obtiene la beca de Creación del Fondo del Libro y la Lectura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de Los RíosBe (2009).

Menciona a: 
Roxana Miranda R. 
Malú Urriola
Damsi Figueroa
Héctor Hernández M. 
Javier Bello
Paz Molina
Ana Partal   
Alejandra Montecinos   
Nadia Prado
Gabriela Mistral
Oscar Saavedra V.
Omar Lara     
Alexis Figueroa



 Poemas:
"Residente de las cavernas no me han retorcido el espinazo sino la lengua, por eso cuando maldigo me sale por la boca una filosa palabra que desmorona la sombra de los cabellos desgreñados de una bruja”

COITO

Desnuda o desvestida como más te haga olvidar tu arrastre
por las aceras que van quedándose con tu boca ensangrentada,
ven, oye mis palabras,
excítate con mi voz,
todo se parió mal, hasta la muerte no existe,
nadie puede estar en paz en medio de la noche cuando el fuego
de las estridencias te aniquilan
como si fueras un niño lamiéndote un olor a sotana bordada
por quien alguna vez tuvo coito como dios manda.

Iluminada entre los barrancos mis piernas se abren cuando van
dando cabrioladas por tu poitrine rota,
por ese tórax que se inclina ante los audaces del día,
tú, que yo tanto deseo y mordiera tu carne
en mitad de la tormenta sorbiera tu sangre,
así tan suave saber que puedo herirte más de los que te aniquilan
en la copa suave de tus labios
y el mentón mío que lascivo te cubre el vellocino tiznado
y morirme sobre semillas,
morir sobre ti.


Un día más la lluvia se desnuda y se viste frente a mí, su charla monocorde ahuyenta a los pájaros y yo simulo no escucharla, así urden hilanderas arañas rutas antiguas, lento el paso al horizonte cada vez más nítido, yo mientras me constriño, me acoquino para no estorbar el nido”.


Yo no puedo hablar de soledad
No puedo hablar de soledad, pues yo no estoy sola desde que esas tardes que alcanzaron la noche las uní en mis ojos y hoy ciegos no aceptan otra borla de juramentos que otro me hiciera. El contaminado aire de la leña llega con sus ganas de sopaipìllas mientras la lluvia me ha empapado las medias, la soledad no me aniquila, me alienta como un fino licor que me embriaga. Ya no se habla de miseria, nadie se pasea en hospitales en veredas ajenas más allá de su jardín. Allí la rosa y la amapola cubren la maleza, y la cantinela de moda articula los huesos hasta el vértigo. Yo no puedo hablar de soledad.


BAJO LA LLUVIA
 
Le dije bajo la lluvia me encontraré
entre la bruma y el tumulto de mi pubis parchado, 
 
rutila la luna por los páramos donde medito, 
allí me desnudo y me enfrío y me hurgo,
 
lo espero con su sarga de otoños poderosos y flores
carcomidas que aún me encienden
entrelazadas a mi cintura generosa.
 
Le dije aquí me nacen las cintas al vuelo
y mis talones se entierran en el lodo, 
 
majestuosa es mi vocación de adorarte como a un yeso
que lagrimea 
bajo la lluvia, 
 
el plácido jornal entre mis piernas que lavo en un lago 
el cráter cerrado, 
 
mi fuego respira la noche
y yo reverencio a tu ausencia
como  armonía es  tu boca que va lamiendo mi surcos.
 
La luz vaga entre las sombras y el agua se anida en la urdimbre
celosa de la tierra, 
así lo espero bajo esa lluvia y el vaivén de las horas, 
renueva la voracidad de mi cuerpo aunque este canto brinque 
los abismos hospitalarios
hurgándome el viso duro de mi pezón,
 
aún espero, 
el mundo arma su espectáculo y sangra por los polos, 
 
que venga con su desnudo desparpajo de olvidar la sorna de algunos,
calla como siempre en las nieblas y la verde vera, 
allí vacilo la divina hoguera que hace siglos me quemó.
 
Apacíguame feroz
bajo la lluvia,
la luna que no luce blancura se encela 
 
voraz acércate a ella y la extingues
que yo aplacaré las guerras cuando 
hayas encallado manso y dulce el arca 
que nos guardará de las hordas.


FEMICIDIO
Ella corría a la calle como una corza perdida, despeinada
y desarticulados sus pasos,
su lomaje era el más dulce páramo donde me rrodillaba en los instantes que
mi cuerpo
cedía al anhelo desbocado de lenguas, de llamas,
aquel de ahogarme en el mar.

Estrangulábamos los chillidos de nuestra comunión
el fugaz pensamiento que nos atravesaba, no sólo el cerebro,
sino hacía de nuestros cuerpos
la guerra y el exterminio,
sin faro
y malévolamente pagábamos con la destrucción de nuestros sueños
buscando ciegamente el vacío y ella mi promesa que nunca
comprendí.

Abandonó mis intenciones de redimirla y elegirla entre las más bellas
cornisas seglares donde yo no podría habitar,
sin embargo, hilaría punto a punto cómo aniquilarla para que desocupara
mi morada ,
empequeñecida yo la besaba engrandeciendo al mundo
quería alejarla de mi lodazales,
no quería que partiera,
sólo la quería afuera, donde yo pudiera mencionar su pelo, sus ojos, sus labios,

y no enredarla al lazo que desalaba mis insectos.



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