Christian Aedo


Christian Aedo Jonquera (Santiago, 1976), desde 2006 es Director de Literatura para el Centro Cultural Espantagruélico, el año 2005 fue becado por el taller de poesía de la Fundación Pablo Neruda, también a participado en diversas antologías de poesía entre las que cuentan La Gran Capital (2005, Ediciones Calabaza del Diablo), Riesgo País (2007, Alquimia Ediciones) y Muestra de Poesía (2006, Editorial Poética), el año 2004 publica la plaquette Pornoestar. Desde el 2006 es parte del comité editorial de Ripio Ediciones. www.ripioedicpones.cl


Menciona a:


Alejandra Fritz

Marco Yupanqui

Edson Pizarro

Víctor López

Alejandra González

Héctor Figueroa

Eduardo Barahona

Guido Arroyo

Gladys Gonzáles



POESIA:

De Pornoestar (2004)
*
En un partido de tenis femenino
la arquitectura de los cuerpos se moldea en una blusa
húmeda
una faldita cómplice que a ratos deja ver
entre los muslos sudorosos un trocito de calzón
mezclado con los gemidos de cada raquetazo
el ritmo en la muñeca
quebrándole el servicio a la soledad
derramándola aceitosa sobre un sillón para ver televisión

*
En el porno las cosas pasan
quizás como deberían suceder
sin diálogo, una cadena de acontecimientos infantiles

Un tipo encuentra a una mujer desnuda en la playa
se acerca pidiendo referencias está perdido
Ella pone el miembro en su boca
al rato aparece un vendedor de helados y todos se divierten

Convulsionándose
En una masa oscilante de extremidades que brillan al sol

Diluyéndose
como los granos de arena en la pantalla

*
Con la destreza de un actor porno
que sabe dar a cada pieza su lugar
decidimos construir una imagen perfecta de notros mismos
pero de alguna manera se pierde
el sentido romántico
de las cosas
transformando el cuerpo en maquinaria desgastada

Quizás sería hermoso dejar restos de semen
como lentejuelas en un vestido de noche


De Signos Vitales (Inédito)

7
Nadie nos prometió que esto saldría bien
tampoco había letreros que indicaran la profundidad entre los escombros

alumbrado publico sobre los pedacitos de concreto y metal
Santiago tirado en la cancha

la promesa de un florero lleno de maravillas
frutas plásticas en el cesto al centro de la mesa

olor a caucho
nuevos apagones
aullido de perros que perdieron el olfato

Somos los que no reconocen la camada



15
Recorríamos las avenidas más largas

El sonido de la calle era un poco de música
para ir descargando teléfonos públicos

Juntar la plata y comprar pintura
al tipo que dibuja líneas sobre el pavimento

recortarnos de esta ciudad

Con la nariz pintada alejarnos un poco más de las cosas

Recomenzar en una bolsa
diluido
uno dentro del otro


19


En la distancia que separa a un objeto de otro
existe una regla
Huella digital o ruido de fondo

Donde la imagen se píxela rápidamente la ciudad se detiene por un momento

(caerá nieve en el poema, será una discusión, el error necesario para lograr un efecto)
al pasar de una orilla a otra
de una frase a la siguiente

sentir que la mercancía se pierde que todo el recorrido se olvida

existe una regla, decía:
donde las toallas ocupan su lugar
y las figuritas de porcelana van al centro de la mesa

Ahí la discusión se detiene
los Golpes acaban sobre la resaca del llanto
la ciudad despierta y corre
la herida cierra

La sensación de haber cruzado una gran distancia
desaparece
entre el invierno y la primavera
cometimos un error
y nada evitara que cometamos el siguiente

Hace cuarenta años que no caía nieve en Santiago
decía el taxidermista, que fue durante la crisis del ochenta
Que en algunos lugares de la ciudad
alcanzó a formarse una costra
pegajosa
que le quitaba evidencia y realidad a la situación

Un ruido de fondo fija los objetos
los suspende
en la incertidumbre
une las imágenes
significaciones ala deriva
que eventualmente la marea sumerge

¿en que ronda tu cabeza?

La ultima vez que cayó nieve en Santiago
fue un espacio de Transición
donde no alcanzó a tocar el piso
Se desvanecía en aire y nos conocimos,
no podríamos decirlo de otra manera o con palabras,
en los sectores de la ciudad donde todo se pierde
Hace diecisiete años y ahora nos enfrentamos
eventualmente frágiles nos enfrentamos a esta discusión

Cuáles serian las palabras correctas para comenzar

entre las piernas de una chica
un policía desde su motocicleta observa
y piensa
en el espacio florecido que se fragmenta
en un grupo de pájaros
el canto de una revolución suspendida
en el entramado de líneas que definen la superficie de los objetos

recuerda el sabor de las peras
piensa
como se podría evocar el sabor de las peras

la unidad de las cosas permanecerá en el misterio
Sus cualidades
en los rigurosos mundos de la vista
Que es lo se gana
Que es lo que se pierde
es invisible a la noción que tenemos de recuerdo
en la distancia se desborda en un velo de acontecimientos que
a nadie pertenecen
El discurso se hace insostenible en la nevazón del olvido
un tapiz de Patrones se repite
irremediablemente hasta terminar siendo parte del paísaje
cuantos pájaros pueden ser considerados una bandada
cual
es la proporción exacta entre una historia de amor
y la barbarie de un país irreparable
el Parque Forestal es fiesta de pendejos
un ruido interrumpiendo la imagen
de una ciudad sin solución

Nuestro problema es menor:

Andrés Pardo
Desaparecido en mil
nueve74
A la fecha
sin militancia política conocida

Nuestro problema es cien veces menor

Ordenar algunas toallas
algunas figuritas de porcelana en el paño
Algo así como ordenar la casa después de la catástrofe
tratar de volver al paisaje original
es un problema
que la corriente incesante enturbia y desvía
algo que se ve o se oye de improviso, por marginal que sea,
Cualquier experiencia táctil, repentina
condiciona la suspensión del aliento en el franco tirador

Copos de nieve, el calzón escolar
Los platos rotos tirados en el piso
o la fotografía típica con la pregunta obvia

Manchas blancas entre un objeto y otro
una huella pixelada intraducible

El problema es que ni siquiera estamos equivocados

Cada cual en dirección de su trabajo
la pantalla nevada marca el fin del día

Ordenamos la ropa al costado opuesto de la cama

Un espacio
para que los restos de amor nos sirvan de abono

Teresa Wilms Montt


Teresa Wilms Montt (Viña del mar 1893, París 1921) Nacida a fines del siglo XIX fue la segunda hija, de 7 mujeres, de una familia de gran tradición aristocrática y política. Su vida y obra se desarrollan en un contexto social y cultural que reprimió a todas luces el desarrollo intelectual de la mujer, razón por la que todo el tiempo que pasó por esta vida está marcado por la búsqueda de un espacio que no encuentra, y que se le niega. Contra la voluntad familiar, se casa con Gustavo Balmaceda Valdés, con quien tendrá dos hijas, Elisa y Sylvia Luz, las que le serán arrebatadas, por una demanda del marido por problemas matrimoniales originados por los ideales que acercaban a teresa al anarquismo y la masonería. Debido a sus ideas adelantadas, la familia la condena al encierro en el claustro Convento de la Preciosa Sangre donde comienza a escribir su “Diario íntimo”. En 1916, escapa del Convento, ayudada por Vicente Huidobro, y se autoexilió en Argentina, lugar desde donde escribe “Anuarí”, continuando luego su peregrinaje por Madrid y París, donde muere a los 28 años de una dosis de veronal. De su obra, desconocida hasta las publicaciones que hiciera Ruth González en 1994 (biografía y obras completas), destacan “Páginas de mi diario”, “Con las manos juntas”, “Los tres cantos” (1917), “Del diario de Silvia”, “Inquietudes Sentimentales” (1917), “Cuentos para hombres que son todavía niños” (1918), “En la quietud del mármol” (1918), “Anuarí” y “Lo que no se ha dicho” (1922)

Gentileza de Fernanda Arrau


POEMAS


IX

Los dioses, revestidos de sus túnicas olímpicas, han venido a
visitarme. Todos conservan su majestad, todos menos el Amor, que
se entretiene en hacer piruetas a la luz de la lámpara y en amenazar
con sus flechas a una japonesa de papier maché, que marca una mancha
oscura sobre el lecho.
El latido de las sombras es tan suave, como el aleteo de una
Mariposa ensoñada sobre la flor.

(de Inquietudes Sentimentales, 1917)

***

XXXI

Los sombreros me causan la sensación de cabezas cortadas y
momificadas, y aquellos de los cuales cuelgan bridas de colores, se me
antojan cabezas arrancadas por mano brutal, donde ha quedado
adherida una vena sanguinolienta.
Nunca puedo ver un par de guantes sin imaginar que son piel
de manos disecadas y, en aquellos de color amarillo, encuentro algo
repugnante de lo que empieza a pudrirse.
Detesto las prendas de vestir olvidadas sobre la cama; hay
entre ellos y los muertos mucha analogía.
Vi una vez en un asilo a una loca muerta; y era lo mismo que
ver a un trapo violáceo tirado dentro de ataud!

(Otros cielos, otras prisiones, 1917-1918)

***

París 1921

Me siento mal físicamente. Nunca he tributado a mi cuerpo el
honor de tomar su vida en serio, por consiguiente no he de lamentar
el que ella me abandone.
Vida, sonriendo de tu tristeza me duermo y de tus celos de
madre adoptiva. En tus ojos profundos he rebrillado inconfundible la
iniciación de mi ser astral.
Sólo una vez más se filtrará mi espíritu por tus alambiques de
Arcilla.
Vida, fuiste regia, en el rudo hueco de tu seno me abrigaste
como al mar y, como a él tempestades me diste y belleza.

(Peregrinaje y finitud, 1918- 1921)

***

Nada tengo, nada dejo, nada pido, desnuda como nací me voy,
tan ignorante de lo que en el mundo había.
Sufrí y es el único bagaje que admite la barca que lleva al
olvido.

(Peregrinaje y finitud, 1918- 1921)

Violeta Parra


Violeta Parra Sandoval (San Carlos, VII región 1917- Santiago,1967) Violeta pertenece al clan de “los Parra”, familia de gran importancia para la tradición artística chilena. Criada entre nueve hermanos, desde los nueve años aprende a tocar la guitarra y a los doce, a escribir sus primeros versos. Estudió en el Liceo Nº 16 de Chillán, el que abandona para trabajar en labores campesinas, mientras sin querer era influenciada musicalmente por ambos padres; la madre le cantaba melodías campesinas y el padre- Don Nicanor, profesor de música- le tocaba valses, habaneras y cantos de salón. Sus creaciones manifiestan un profundo sentido de lo humano y una honda sensibilidad por los problemas sociales, la relación de la artista con la naturaleza y las tradiciones, cultos y creencias populares que la rodean. A los veinte años, motivada por su hermano Nicanor, se traslada a la capital, donde conoció el ambiente nocturno, dedicándose a cantar en los arrabales, circos, bares y quintas de recreo. En los 50´ realizó incesantes trabajos compilatorios en barrios de Santiago y todo el país, reuniéndose con poetas populares que le enseñan antiguos repertorios, que para ese entonces comenzaban a extinguirse, siendo fundamental su rol de compiladora así como la diversa gama de registros en la que compone sus canciones, destacando su experticia en la décima. En 1952 se casa con Luis Cereceda, matrimonio del que nacen Isabel y Ángel, con los que más tarde realizará gran parte de su trabajo musical. El año 53 se da a conocer mediante un recital en la casa de Pablo Neruda, instancia que la lleva a ser contratada por la radio chilena, en el programa "a lo humano y lo divino". Desde ese hito, Violeta cambiará los salones de las quintas de recreo por giras y presentaciones en todo el país, y al poco tiempo, por toda Europa. Durante ese tiempo continúa la labor de recopilación musical, composición y muestra por el país, a la que suma la pintura de telares y tapices que realiza entre 1958 y 1965, año en que se va de gira con todo el material elaborado hasta el momento. Al regresar instala en La Reina una gran carpa, que pretende convertir en un centro de cultura folklórica junto a sus hijos Isabel y Ángel, Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara. En 1961 vuelve a viajar a Europa recorriéndola casi completa, participando en el Festival de la Juventud de Finlandia. Realiza exposiciones y recitales para la UNESCO, donde une música, poesía, pintura, a tejidos, tapicería y cerámica exponiendo en Rusia, Finlandia, Alemania, Italia y Francia. En 1964 es la primera chilena en exponer en el Museo del Louvre. En 1965 viaja a Suiza donde filma un documental que la muestra en toda su magnitud. Retorna a Chile y canta con sus hijos en la Peña de Los Parras, en la calle Carmen 340 en Santiago. A los cincuenta años, el 5 de febrero de 1967, se suicida de un disparo al interior de la carpa de la Reina. Tres años más tarde es editado su libro "Décimas", por impulso de su hermano Nicanor.

Gentileza de Fernanda Arrau


POEMAS:


Corazón, contesta

Por qué palpitas, sí, por qué palpitas,
Como una campana
Que se encabrita sí, que se encabrita
¿por qué palpita?
¿no ves que la noche
La paso en vela, sí, la paso en vela
Como un mar violento
La carabela, sí, la carabela?
Tú me desvelas
¿Cuál es mi pecado
Pa´ maltratarme, sí, pa maltratarme
Como el prisionero
Por los gendarmes, sí, por los gendarmes?
Quieres matarme.
Pero a ti te ocultan
Duras paredes sí, duras paredes
Y mi sangre oprimes
Entre tus redes, sí, entre tus redes.
¿Por qué no cedes?
Corazón maldito
Sin miramiento, sí, sin miramiento
Ciego, sordo y mudo
De nacimiento, sí, de nacimiento.
Me das tormento.
De cuerpo entero


El humano está formado
de un espíritu y un cuerpo,
de un corazón que palpita
al son de los sentimientos.

Ay, no entiendo los amores,
ay ay ay del alma sola,
cuando el cuerpo es un río,
ay ay ay de bellas olas.

De bellas olas, sí,
ay ay ay que le dan vida;
si falta un elemento,
ay ay ay negra es la herida.

Comprende que te quiero
ay ay ay de cuerpo entero.


Santiago penando estás

Mi pecho se halla de luto
por la muerte del amor,
en los jardines cultivan
las flores de la traición,
oro cobra el hortelano
que va sembrando rencor,
por eso llorando estoy.

Los pajarillos no cantan,
no tienen donde anidar,
ya les cortaron las ramas
donde solían cantar,
después cortarán el tronco
y pondrán en su lugar
una letrina y una bar.

El niño me causa espanto,
ya no es aquel querubín,
ayer jugaba a la ronda,
hoy juega con un fusil;:
no hay ninguna diferencia
entre niño y alguacil,
soldados y polvorín.

Adónde está la alegría
del Calicanto de ayer,
se dice que un presidente
lo recorría de a pie,
no había ningún abismo
entre el pueblo y su merced,
el de hoy, no sé quién es.

Santiago del ochocientos,
para poderte mirar,
tendré que ver los apuntes
del archivo nacional,
te derrumbaron el cuerpo
y tu alma salió a rodar,
Santiago, penando estás.

Y arriba quemando el sol
Cuando fui para la pampa
llevaba mi corazón contento
como un chirigüe,
pero allá se me murió,
primero perdí las plumas
y luego perdí la voz,
y arriba quemando el sol.

Cuando vide los mineros
dentro de su habitación
me dije: mejor habita
en su concha el caracol,
o a la sombra de las leyes
el refinado ladrón,
y arriba quemando el sol.

Las hileras de casuchas,
frente a frente, si, señor,
las hileras de mujeres
frente al único pilón,
cada una con su balde
y su cara de aflicción,
y arriba quemando el sol.

Fuimos a la pulpería
para comprar la ración,
veinte artículos no cuentan
la rebaja de rigor,
con la canasta vacía
volvimos a la pensión,
y arriba quemando el sol.

Zona seca de la pampa
escrito en un cartelón,
sin embargo, van y vienen
las botellas de licor,
claro que no son del pobre,
contrabando o qué sé yo,
y arriba quemando el sol.

Paso por un pueblo muerto
se me nubla el corazón,
aunque donde habita gente
la muerte es mucho peor,
enterraron la justicia,
enterraron la razón,
y arriba quemando el sol.

Si alguien dice que yo sueño
cuentos de ponderación,
digo que esto pasa en Chuqui
pero en Santa Juana es peor,
el minero ya no sabe
lo que vale su sudor,
y arriba quemando el sol.

Me volví para Santiago
sin comprender el color
con que pintan la noticia
cuando el pobre dice no,
abajo, la noche oscura,
oro, salitre y carbón,
y arriba quemando el sol.
Miren cómo sonríen
Miren cómo sonríen
los presidentes
cuando le hacen promesas
al inocente.

Miren cómo le ofrecen
al Sindicato
este mundo y el otro
los candidatos.

Miren cómo redoblan
los juramentos,
pero después del voto
doble tormento.

Miren el hervidero
de vigilante
para rociar de flores
al estudiante.

Miren cómo relumbran
carabineros
para hacerle premios
a los obreros.

Miren cómo se visten
cabo y sargento
para teñir de rojo
los pavimentos.

Miren cómo profanan
las sacristías
con pieles y sombreros
de hipocresía.

Miren cómo blanquean
mes de María
y al pobre negrean
la luz del día.

Miren cómo le muestran
una escopeta
para quitarle al pobre
su marraqueta.

Miren cómo se empolvan
los funcionarios
para contar las hojas
del calendario.

Miren cómo sonríen,
angelicales,
miren como se olvidan
que son mortales.


Mazurquita moderna

Me han preguntádico varias persónicas
si peligrósicas para las másicas
son las canciónicas agitadóricas.
¡ay que pregúntica más infantílica!
Sólo un piñúflico la formulárica,
p'a mis adéntricos yo comentárica.

Le he contestádico yo al preguntónico:
"Cuando la guática pide comídica,
pone al cristiánico firme y guerrérico
por sus poróticos y sus cebóllicas.
No hay regimiéntico que los deténguica
si tienen hámbrica los populáricos".

Preguntadónicos partidirísticos
disimuládicos y muy malúdicos
son peligrósicos más que los vérsicos,
más que las huélguicas y los desfílicos.
Bajito cuérdica firman papélicos,
lavan sus mánicos como Piláticos.

Caballeríticos almidonádicos,
almibarádicos, miniminimini...
le echan carbónico al inocéntico
arrellenádicos en los sillónicos.
Cuentan los muérticos de los encuéntricos
como frivólicos y bataclánicos.

Varias matáncicas tiene la histórica
en sus pagínicas bien imprentádicas.
Para montárlicas no hicieron fáltica
las refalósicas revoluciónicas.
El juraméntico jamás cumplídico
es el causántico del desconténtico.

Ni los obréricos
ni los paquíticos
tienen la cúlpita, señor fiscálico.

Lo que yo cántico es una respuéstica
a una pregúntica de unos graciósicos,
y más no cántico porque no quiérico;
tengo flojérica en los zapáticos,
en los cabéllicos, en la camísica,
en los riñónicos y en el bolsíllico.

Jaime Pinos



Jaime Pinos Fuentes nació en Santiago en 1970. Es Licenciado en Literatura de la Universidad de Chile. Fue editor del sello La Calabaza del Diablo y de la revista homónima. En 1997 publicó la novela Los bigotes de Mustafá, mención honrosa en el Premio Municipal de Santiago. En 2003 publicó el libro de poesía Criminal. Actualmente es editor de la revista digital Lanzallamas.

Menciona a:

José Ángel Cuevas, Roberto Contreras, David Bustos, Carlos Henrickson, Galo Gigliotto, Camilo Brodsky, Víctor López, Cristian Aedo, Edson Pizarro, Raúl Hernández, Kurt Folch, Andrés Anwandter, Martín Gubbins, Pablo Paredes, Carlos Soto.


Poesía:


Vista general

En el espacio,
la ciudad se extiende
sin control,
como una hoguera,
piedra por piedra,
calle por calle,
consumiendo el paisaje,
llenándolo de gente, ratas y pájaros sucios.
Aquí,
la cultura es salvaje
y se construye lo mismo de savia que de sangre.
El hábitat,
un pequeño gran vertedero de la modernidad periférica
al pie de Los Andes,
bajo el inmenso cielo de América.

En el tiempo,
la ciudad se desvanece
bajo el rigor de los cíclicos terremotos
o a manos de la afición nacional por las demoliciones.
Aquí,
nada se conserva,
todo se destruye.
Los lugares y las cosas
apenas ofrecen resistencia
a la continua disolución de este pueblo fantasma,
ahogado en el río del olvido
donde todo cambia sin permanecer.


Humo

Como tupido velo,
la férrea cortina de humo
cubriéndolo todo.
La neblina densa
de gas y de polvo
gravitando,
depositándose,
sucio sedimento,
sobre los habitantes y las cosas

Aquí se vive
como dentro de una caja cerrada,
en la jaula viscosa del smog.

Peces enfermos
en las aguas podridas de un mar muerto,
boqueamos en medio de la enorme nube oscura.
Nadamos en ella,
llenando las branquias
con su tufo metálico.
El veneno que asfixia a la ciudad
(la televisión mostró hoy los hospitales atestados de niños y de viejos)
es nuestro líquido elemento.

Aquí ni siquiera el cielo es horizonte.
Y la mirada,
hecha humo,
ya no es capaz de ver una cordillera,
aún estando al pie.

Aquí,
como dentro de una caja o una jaula,
transcurren la vida y la muerte
sin respiro.


Pánico

Estridente ulular de las sirenas,
rojo de las balizas
destellando
cuando cae la noche
y la escenografía del pánico
se hace más patente.

Aquí el miedo es parte del paisaje.

La paranoia,
una minuciosa construcción social
urdida por intereses y consorcios
cuyo negocio es propagar
la sensación del asedio,
la solitaria indefensión del habitante
frente al enemigo interno.
La ocupación policíaca,
una política de Estado
aceptada por la inmensa mayoría
deseosa de vivir en paz
soslayando la cotidiana guerra de clases,
sus consecuencias sangrientas.

Aquí se vive bajo sospecha.

Todos los gatos son negros
cuando cae la noche
en las calles,
a cada minuto más desiertas
y caminan los últimos transeúntes,
desconfiando de su propia sombra,
apresurados,
rumbo al hogar
y su tibio amparo
de rejas,
alarmas
o pistolas
bajo la almohada.


Domicilio

Fuera de la existencia impersonal en la ciudad,
el domicilio como acotado espacio de lo sentimental.
Objetos como talismanes,
metáforas nimias pero tangibles de la propia biografía,
vestigios conservados para retener en la memoria
la sustancia de otros días, su aura perdida.
Fotografías, retratos, recuerdos de viaje, reliquias familiares.
Cosas íntimas sobrepuestas
en el ámbito neutro y meramente funcional
que definen la arquitectura y el mobiliario.

Escenario privilegiado del exceso que somos,
el domicilio como lugar donde acontece lo doméstico.
Ese orden inestable
que revelan los detritos de la vida cotidiana:
la pasta de dientes a medio terminar,
el diario abandonado en el sillón,
los zapatos perdidos,
las tazas vacías sobre la mesa.
La geometría aleatoria de las cosas
puestas fuera de lugar,
una y otra vez,
en los mínimos desplazamientos del habitar.

Dentro de la vida política de la ciudad,
el domicilio como otro teatro de sus operaciones.
Aquí,
la demostración de uno fijo o legal
es requisito para la existencia civil y económica.
La propiedad de una vivienda,
una aspiración mayoritaria y un conflicto social.
La seguridad residencial
una obsesión justificada por la atmósfera del pánico.
Aquí,
el calor de hogar
se vive a puertas cerradas,
mientras los homeless,
los desalojados, los invisibles,
se agolpan por un plato de comida
frente a las puertas del llamado
Hogar de Cristo.


Separación

La ciudad está organizada
según el principio de la segregación.
Ciudades dentro de la ciudad,
los guetos se sitúan
a uno y otro extremo de la escala social.
Arriba, los ricos,
amurallados,
consumen el producto de la acumulación.
Abajo, los pobres,
a la intemperie,
se consumen en el rigor de la supervivencia.
Un tramado de impermeables membranas,
mantiene ambos territorios sociales
rigurosamente incomunicados.
Al interior de sus respectivos sectores,
demarcados por el límite
del temor o la sospecha,
ricos y pobres se mueven
cuidando no traspasar la frontera interna.
El extenso muro invisible
que oculta a unos de otros,
que los separa a uno y otro lado
de la ciudad dividida.

La vida está organizada
según el principio de la competencia.
El sistema productivo impone
el individualismo a ultranza
como moral e ideología.
La selección natural
como norma de convivencia.
La vida privada
como único lugar de los afectos.
Lo demás,
el espacio público,
un eriazo hiperpoblado,
la experiencia cotidiana de la separación.
La multitud de los solitarios,
el abismo de distancia
que media entre una y otra biografía.
Cada uno en su claustro,
en su diminuta celdilla hermética,
viviendo su vida.
La multitud de los desconocidos,
nuestros semejantes,
ese vacío en que nos movemos,
a golpes o a empujones,
codo a codo
con nadie.


De 80 días (Deriva de Santiago) Texto inédito.

Eduardo Llanos Melussa


Eduardo Llanos Melussa (Santiago, Chile, 1956). Poeta y psicólogo, se desempeña como docente de pregrado y postgrado en comunicación y creatividad.

Contradiccionario (1983) ensambla varias obras premiadas en diversos concursos de poesía (Ariel, 1978; Literatura Juvenil, 1978 y 1982; Gabriela Mistral, 1979; Juegos Florales de Valdivia, 1982). Obtuvo también el Premio Iberoamericano (1984), el Latinoamericano Rubén Darío (1988), el Centenario Gabriela Mistral (1989) y el Pedro de Oña (1990). Antología presunta (FCE, 2003) recibió el Premio Altazor 2004.

Mantiene inédito un extenso estudio sobre poetas suicidas, y otro sobre psicología, educación y cine. Como académico, la Universidad Diego Portales lo distinguió con el Premio Mustakis a la calidad docente (2000), y la Universidad Central lo premió como profesor de excelencia (2007).

Ha sido parcialmente traducido al italiano, portugués, francés, inglés y estonio.

Aunque no pertenecen a Contradiccionario (su obra más conocida), los poemas elegidos se consideran representativos, pues se seleccionaron a partir de Antología presunta. El primer texto, titulado “Crono/lógica”, vale como una presentación y una autobiografía. Los caligramas “Helicóptero” y “Sudamericanos” datan de 1986, mientras el poema dedicado a Enrique Lihn data de 1988. La “Poética” fue publicada por primera vez en 1996.

Menciona a:



Poesía:

CRONO/LÓGICA

1955: Por cuarta vez, un espermio de don Ulises fecunda un óvulo de doña Margarita.
1956: Aprovechando un descuido de mamá, hace abandono del vientre de ésta (enero 10). Ese mismo día expiraba César Moro (Lima) y, de estar vivo aún, Vicente Huidobro hubiera celebrado su cumpleaños Nº 63.
1957: Muere Gabriela Mistral (también en enero 10, pero en Nueva York).
1960: Ve un diaporama sobre Gabriela; sus versos −recitados por ella misma− quedan resonando de por vida entre sus sienes y su pecho. Decide ser arquitecto, probablemente porque le gustaba el sonido de esa palabra. Conoce el mar (Cartagena) y decide ser marino. De labios de su padre aprende la palabra “díscolo”.
1962: Crisis de los misiles. Oye la noticia mientras chutea un balde plástico a manera de pelota. Decide ser futbolista. Muere Marilyn Monroe, y pregunta que significa la palabra “suicidio”.
1965: Hermana mayor declama la poesía más cursi de la lengua española. Se promete a sí mismo vengarse de ese aprendizaje involuntario.
1967: Aprende a andar en bicicleta. De acuerdo: no hay en esto (ni en lo demás) precocidad alguna, pero lo cierto es que decide ser ciclista.
1969: Alunizaje norteamericano. Le importa un bledo: prefiere fisgonear los muslos de una vecina.
1970: Allende presidente electo de Chile (septiembre 4). Decide ser dramaturgo y psicólogo.
1972: Escucha a Violeta Parra, Víctor Jara, Paco Ibáñez, Serrat, Piero, Favio, Santana, Horacio Guaraní y un etcétera casi interminable. Se fanatiza con el atletismo y decide ser maratonista.
1973: Empieza estudios en el ámbito de las Ciencias Sociales (U. de Chile), pero en secreto da rienda suelta a sus bajos instintos literarios, leyendo sobre todo poesía chilena y latinoamericana. Guillotinazo en el país (septiembre 11): lamenta no ser historiador.
1976: Toma té sin galletas. Viaja a Buenos Aires. Lee a Rilke en la calle Corrientes, pero se distrae con las argentinas que pasan (y pesan, pisan o hasta posan, sólo que eso ya es materia de otro poema).
1978: Inicia su práctica profesional, combinándola con algunos cursos en el Depto. de Estudios Humanísticos (U. de Chile), cuyo inmueble usurpará un año después la policía secreta.
1980: Viaje a Caracas y, en un plano más local, diversos viajes en Metro por Santiago.
1983: Autoedita en papel de envolver su primer libro.
1988-1989: Bienio de agitación sentimental. Confunde los senos con planetas; a veces se comporta como astronauta y otras veces como astrónomo.
1990: Remanso. Dosifica su libido, enamorándose sólo los viernes, por la noche, y ocasionalmente las mañanas de los martes.
1991: Decide escribir este poema; lo hace.
1992: Lo pasa en limpio. Lo llaman a almorzar e interrumpe el poema.


ESBOZO DE POÉTICA

De seguro, la poética más confiable no es la que se redacta deliberada y explícitamente bajo ese nombre, sino aquella otra que late en la obra misma. Y es sabido que entre ambas suele haber la distancia que va de una promesa a su cumplimiento. En mi caso, creo que también estas líneas sólo tendrían sentido si estuvieran refrendadas por los poemas que he escrito, varios de los cuales insisten –incluso más de lo que yo mismo quisiera– en las gracias y desgracias del oficio poético. Sin embargo, aclaro que posiblemente no se hallarán aquí poemas de esa clase si aparecen también en otras antologías, pues yo mismo solicité a los antólogos evitar las repeticiones.
De todos modos, aceptando el desafío de arriesgar una poética de una página, diré que concibo la poesía como un puente colgante entre la conciencia de nuestra precariedad humana y el anhelo de una existencia más alta; un asomarse a las bocacalles de lo humano, allí donde se dan cita el deseo y la palabra, la naturaleza y la historia, la imaginación y la lucidez, la libertad y el rigor, lo cotidiano y lo trascendental. Aspiro, por tanto, a una poesía integradora, desenajenante y revulsiva; una suerte de antiespecialidad capaz de conciliar el diálogo y el silencio, la individuación y la fraternidad, el vuelo y el arraigo.
Pero, en un mundo mercantilizado y tecnologizado, el poeta agoniza tanto si se vende como si se retrae, y nadie lo escuchará si se limita a la sola majadería de invocar valores espirituales en la ilusión de encarnarlos. Cierto: el poeta no es un pastor de nubes tendido bucólicamente en el prado siempre verde de la quimera; ni un autista flectado sobre sí mismo y ya candidato a una tortícolis crónica de tanto asomarse a la ventana para verse pasar; ni un cantor a dieta que cucharea un plato de almíbar para endulzar la voz; ni un jardinero que riega sus macetas con lágrimas propias o ajenas y que luego fabrica guirnaldas celebratorias o coronas funerarias. Sin embargo, también es cierto que el poeta no puede limitarse a mirar el mundo como quien ve a un sonámbulo que camina hacia el abismo; al contrario: asumirá con resignación el inevitable forcejeo con su tiempo, y no temerá malquistarse con el poder o con la masa acrítica, ni se fascinará en los salones del establishment, ni reptará hacia la nombradía negociando con ese tipo de gacetilleros que abren cada libro como si fuera un refrigerador, sin poder distinguir entre un bife y un poema. Aunque lo tilden de romántico, para él la poesía sigue siendo esa muchacha desnuda que le guiña un ojo y se hace seguir hasta una cabaña, exigiendo la renuncia a toda brújula que no sea el olfato, y mostrando como mil veces mejor el placer del tacto mutuo que el de una abstracción solitaria, y como preferible la contradicción dolorosa a la siesta rutinaria o la complicidad con la mentira institucionalizada. Porque, en el fondo, la poesía pesa tanto como la inautenticidad que desaloja. [Santiago, 08.05.1994]


[Texto incluido en la antología publicada por Teresa Calderón, Lila Calderón y Tomás Harris: Venticinco años de poesía chilena (1970-1995). Editorial Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 272].





SUD
AME
RI
CA
NOS:
Jamás hemos
conocido otro milagro
que la multiplicación de
los precios del pan y los peces
y ningún infierno nos inquieta tanto
como la trasmigración de las armas
desde los Estados Unidos del Norte
hasta los estados desunidos del sur
tierras llenas de verbos verdes
donde esta América toma
forma de lágrima
o más bien de
racimo casi
maduro y
que ya
se está
desgra-
nan-
do
.
.
.



















ENRIQUE LIHN ENTRA Y SALE DE LA PIEZA OSCURA


Ahí va, sentado junto a la ventanilla de un tren inexistente
que cruza en cámara lenta los andenes del recuerdo.
Ahí va, rumbo a la estación definitiva
donde lo esperan los poetas de otros tiempos, como
a un hermano menor que se internó en el bosque del lenguaje
y terminó convertido en guardabosque,
ebrio de oxígeno, ese otro modo de asfixiarse.

No levitó sobre la geografía de América
ni descubrió algún nuevo elemento químico o alquímico,
mientras practicaba ese equilibrio inestable de la tinta y la sangre,
golpeándose la frente contra un muro de incomprensión,
como un adolescente que enciende su primer cigarrillo en medio del temporal
con la vaga esperanza de iniciar un incendio,
pero que termina inventando un nuevo código de señales de humo.

No aduló ni anuló a sus interlocutores;
polemizó de frente, sobre todo con él mismo,
y resultaba contuso, pero rara vez confuso, menos todavía
cuando había que jugársela por la liberación creadora
sin por ello convertirse en faro o en faraón de este desierto.
Más bien fue farero o alfarero de esta isla de arcilla,
sin otra obsesión que dar forma a una sombra que huye en las tinieblas,
porque de la palabra que se ajusta al abismo surge un poco de oscura inteligencia y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Al fin andará liviano por los aires,
integrando el jurado del Premio Nobel Póstumo
o haciendo una novela-comic con los dioses del Olimpo como protagonistas
o deambulando alucinado por los museos cinerámicos del Paraíso
o pidiendo consejos a Freud y a Fourier
para evadir la condena de ser un Sísifo
que eternamente
resbala
y resbala
por el monte
de Venus,
igual que una semilla que reinicia el ciclo entre el cielo y el suelo
o como esos charcos de agua pantanosa,
agua, agua, Enrique, agua que mañana será lluvia,
tembladerales donde serán una sola cosa tus lágrimas de cocodrilo
y los reflejos de las estrellas más inextinguibles.


NOTA: En este poema los versos en cursivas corresponden a citas textuales de algunos poemas de Lihn.



PONLE EL TÍTULO QUE QUIERAS

Yo soy el infeliz que cierta noche te hizo feliz un año entero
el ignorante que conoce su ignorancia como el labriego la tierra que rotura
el indolente dolido de comprobar una vez más su propia indolencia
el guerrero que vio en la procura de la paz una disculpa para prolongar la guerra
el docente que nunca enseñó tanto como al guardar silencio
el mensajero linchado por traer malas noticias
el creyente que jamás pudo creer en ídolos de pies de barro
y que una mañana halló tapada la puerta de su casa con ese mismo barro
y que sólo atinó a emplearlo haciendo un horno
en cuya puerta hoy ve quemarse el pan nuestro de cada día
Yo soy el inédito que iba a empapelar el alma nacional
ese que cultivó el orgullo de camuflar su orgullo con falsa modestia
el que sólo tomó en serio una taza de café una cintura unos senos
el corredor que hacía cross country hasta la virgen del Cerro San Cristóbal
el estratega que sacrificó la cabeza al encontrar tu cuerpo
el gondolero que exiliado en el desierto va remando y rimando por los canales de su
espejismo hacia una Venecia ancestral
el jinete que lleva al anca su propia sombra
el hombre niño que jugaba a no jugar
el bibliófilo que halló un libro de arena y no supo leerlo
Yo soy el coleccionista de cicatrices que otras mujeres dejaron a manera de autógrafos
yo soy el que tú sabes que sabe que nunca sabrá nada
yo soy el que al fin te regala ese poema que siempre pides
yo soy el infeliz que mejor sabe cómo hacerte feliz.


Fernanda Arrau


Fernanda Arrau nació en Acesita, Brasil, el 19 de julio de 1980. Egresó de Licenciatura en Literatura, Mención Escritura Creativa en la Universidad Diego Portales, en donde participó en los talleres literarios de Andrés Morales, Soledad Fariña, Raúl Zurita y Andrés Andwandter, entre otros. El año 2003 obtuvo la beca de creación Gabriel & Mary Mustakis, gracias al que participó en el taller de poesía de Elvira Hernández, en la Biblioteca Nacional. Antologada en Sic, fruto del taller antes mencionado, también poemas suyos han aparecido en Voces germinales y en las revistas Grifo, Reverso, Badmintong y Ciber Humanitatis. Es Diplomada en Gestión Cultural en Educación y Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile. Actualmente escribe en: Pentagrama Poético y Creamundos.
 
Realiza talleres de creación de libros para niños, y autobiografía y poesía para adultos.


Nombra a:

Soledad Fariña Verónica Zondek Lila Díaz Carmen Berenguer Malú Urriola Elvira Hernández Teresa Wilms montt Olga Orozco Paul Celán Elicura Chihuailaf Bruno Serrano Leonel Lienláf Raúl Zurita Fernando Pessoa Nicanor Parra Violeta Parra Daniela Navarrete Pablo Paredes Pablo de Rocka Estela Díaz Varín

Poesía:


Eva

mi boca
escupe plumas
hasta vaciar por completo
mis costillas

la caída las ha teñido de rojo

hoy creo que perder mis costillas
fue un gesto innecesario

descubro que mi cuerpo
fue hecho
de residuos
de palomas

Tenía siete años

me gustaba coleccionar pájaros muertos
y preparar el funeral a los gusanos
luego de regalarles
un baño de sal

tenía siete años

me gustaba comer hormigas
las encontraba saladas
les preguntaba
acaso a ellas
les gustaba el agua
tanto como a mí

les daba a probar
de a poquito
de mi vaso

pero entonces
ya no hacían cosquillas
bajo la lengua


Ellas

hablan dentro de mi garganta
atragantándose voces
sin saber yo
con qué razones
mientras duerma despierta
o despierta duerma
tratando de poner tapones
cada vez más profundos
a cada una
de ellas

En mi cuerpo habitan tres mujeres

la niña la vieja y la que soy
Una llora la otra habla
la otra está en silencio riéndose de ambas

Las tres esperan que caiga la noche
convencidas que con ella viene otra muerte
que la cabeza amanecerá más limpia
que el problema de la mala memoria
afición a la agüita de melissa
y bloqueos mentales que comparten
hará efecto al caer la luz

Tres viejas ríen

Antes de quedarme dormida
debo aquietarlas
al menos hacer
que se pongan de acuerdo
para un momento de silencio

Comulgan susurros entre dedos
cegueras
entre lucecitas pegadas
a muñecas sin rostro
aparecen en mis pesadillas
con los ojos encendidos para recordarme
lo que ha sido de ellas.


La ronda

mi cabeza juega a la ronda

tampoco ella
me pide permiso

juega sola

me invita a veces

nunca recuerdo
cómo termina el juego

Camilo Brodsky


Camilo N. Brodsky B. (Santiago de Chile, 1974) Licenciado en Estética e Historia del Arte por la Universidad Católica de Chile, con estudios en Literatura y Lingüística Hipánicas en la misma universidad y de Magíster en Historia y Ciencias Sociales en la Universidad Arcis.
Ha colaborado con diversos medios escritos, como el diario La Nación y las revistas Patrimonio Cultural y Mapocho. Sus textos han aparecido en publicaciones impresas y electrónicas tanto en Chile como en el extranjero, aunque ninguno ha tenido mayor repercusión, para ser sinceros. Trabajó como investigador y redactor de las secciones de literatura, filosofía, artes e historia del sitio www.memoriachilena.cl, dependiente de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM).
Fue redactor, subdirector y director de revista Surda, además de ser editor del suplemento cultural de dicha publicación, Párrafo Izquierdo. En 2005 obtuvo la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, y en 2006 Editorial Cuarto Propio publica su libro Las puntas de las cosas, siendo actualmente director de la colección de poesía de dicha editorial chilena.

Afinidades electivas:

Menciona de los vivos, por cariño y calidad, a Christian Formoso, Jaime Pinos, Roberto Contreras, Tomás Harris, Galo Ghigliotto, Carlos Henrickson, Germán Carrasco, Úrsula Starke, Andrés Andwandter, Claudio Bertoni, Pepe Cuevas, Elvira Hernández, Marcelo Guajardo, Guillermo Valenzuela, César Cabello, Antonio Silva y Víctor López. De los muertos, y por no hacer de esto algo eterno, sólo a De Rokha, Lihn, Millán y Lira.

Poesía:


escribo principalmente con la premura del acto fallido

Escribo principalmente con la premura del acto fallido.
Escribo principalmente con la premura de que Gonzalo Millán ha muerto; es él y no nosotros el que ha muerto, es él y no nosotros el que acaparará el silencio y el murmullo
de los refrigeradores del infierno.
Escribo principalmente desde el conocimiento débil de la muerte de Gonzalo, desde el conocimiento débil de la muerte, desde el conocimiento débil.
Escribo principalmente desde la falla tectónica que se abre ante la muerte esperada pero no consumada de Millán hasta el momento mismo de la muerte de Millán.
Escribo principalmente desde el vacío de la muerte de Gonzalo; no el vacío abstracto ni el concreto en la poesía chilena, sino el vacío-vacío del sabor de la muerte esperada pero no consumada de Millán en el primer tercio del mes de octubre del año de 2006.
Escribo principalmente desde la premura del acto fallido de la muerte de Gonzalo; desde la muerte de Gonzalo; desde el acto de la muerte de Gonzalo en este octubre de 2006.
Escribo desde el desconocimiento de la muerte de Gonzalo, desde el desconocimiento de la muerte, desde el pavor que el desconocimiento de la muerte me provoca como acto fallido ante lo esperado pero no consumado de la muerte de Gonzalo.
Escribo principalmente desde la muerte de Gonzalo y el vacío que la muerte de
Gonzalo deja en quienes cometimos el fallido acto de conocer la muerte.


iii (de la parte “Movimiento”, de La Canal)

El animal que viaja bajo el peso de la bestia
reconoce en esos ojos huecos el vacío de su alma

En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero viaja en los mejores autos
En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero jala las mejores líneas
En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero lame a las mejores minas
En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero gasta en los mejores bares
En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero muerde por las noches cuando
/caen sobre ti los pacos

En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero mata en las mejores calles

que no tiene historia personal ni filiación

el odio sedentario de la bestia mansa

que casi como por milagro resucita
en los ojos mansos el conflicto de las clases que se miran


xix (de la parte “Fractura” de La Canal)

el ardid de la carne se resuelve con la quema de la carne en las hogueras de la tribu
el ardid de la piel es la muerte de la carne bajo el yugo de la impostación
el ardid sucio de la herida es la sangre que detiene la hemorragia de la idea
el ardid de la derrota es hacernos creer en el ardid de la carne, de la piel y de la herida


alcalde

Colgando de la punta de un revólver se encuentra el cadáver obsoleto
de una cierta poesía
Colgando de la rama más alta de un árbol completamente seco se encuentra
la mirada de una niña preguntando dónde están los ojos
en los que inició su recorrido
Colgando de un gancho de carne totalmente enrojecido en La Vega Central se /encuentra
lo que una vez fue el cuarto trasero de una vaca que mugió
en los verdes campos del Valle Central
Colgando del extremo de una cuerda de cientocincuenta pesos el metro se encuentra /Alfonso Alcalde
con las manos más cansadas que un buey de estar colgando
en la costa de la octava región del Reyno de Chile.