Alexis Figueroa


Alexis Figueroa. Concepción, 1956.
Nacido en Concepción, en 1956. Ha publicado Vírgenes del sol inn Cabaret, Vien Benidos a la máquina, 1986, reeditado el 2007 por Ediciones del Temple; Vírgenes del sol inn Cabaret, segunda elaboración, Premio Casa de las Américas 1986; El laberinto circular y otros poemas, 1996; Extractos de Folclórica.Doc (resultado de una beca de creación del Consejo del libro y la Lectura, Chile, 2003). Dedicado a múltiples, asistemáticos y eventuales trabajos que incluyen desde la pintura (de casas), arreglo de computadores, planificación y gestión cultural, hasta la investigación documental. Vivió durante un tiempo en Santiago de Chile. Durante este tiempo conoce inicialmente Jesús Sepúlveda, Víctor Hugo Díaz, Guillermo Valenzuela y Jaime Lizama. Con ellos conforma la Revista “Piel de Leopardo” (1994) un antecedente algo mítico del universo cultural de esos años. Durante sus ocasionales visitas los días lunes a la Sech, en el “Refugio López Velarde” acostumbra juntarse con José María Memet, David Bustos, el Sr. Dibujante, Víctor Hugo Díaz, Eduardo Robledo, etc. Allí, bebe y conversa. Es en uno de esos lunes cuando el poeta Julio Carrasco decide encadenar –por fuera- las puertas de la institución, en una iniciativa antediluviana. Publicó alguna vez una revista de nombre “Tantalia”. Fue muy buen amigo de Harris, durante largos años en Concepción. Fue amigo de Sergio Parra, quien lo amparó un largo tiempo en su casa en Santiago. Con el tiempo se distancia la amistad, pero queda la imagen de tiempos que fueron. Actualmente trabaja en la gestión del Centro Calaúcan. Se dedica a escribir. Diversas cosas. Poesía y cuentos de ciencia ficción. Figura en la Antología de Ciencia Ficción Chilena “Años Luz”, editada por Marcelo Novoa.


Menciona a:

Malú Urriola
Egor Mardones
Germán Carrasco
Julio Espinoza G.
Damsy Figueroa.
Elicura Chiuailaf
Jose María Memet.
Jesús Sepúlveda
Guillermo Valenzuela.
David Bustos.
Paula Ilabaca.
Manuel Silva A.
Yanco Gonzales C.


Textos.

Tonada de la sirena en el charco de agua

La sirena tiene
la boca roja porque no tiene sexo.
La sirena tiene la boca roja de los amantes.
Tiene su pozo de pura escarcha,
tiene su ojo.
De puro sexo, de boca de agua.
(La sirena tiene dos formas,
como los cuerpos de los amantes).

La boca roja de los amantes:
se abre en un pozo de pura sangre,
alguien le habla a la sirena:
es la voz de agua.
Alguien le habla a la sirena:
es la voz tierra, del marinero.
Grita en la niebla, grita en el faro
grita en la sangre del accidente.
Grita en su charco.
Grita y no puede abrir sus piernas
y si las abre,
es que han rajado la carne blanda
con el cuchillo del pescador.
O alguien que aúlla, mientras la sangre,
se le desliza desde la boca hasta la calle.
La sirena vive en un charco.

De vino blanco.
Y cuando vienen a remojarse
gañanes idos de soledá,
pa fantasearla de pura sangre,
sangre menstrual,
abre su boca.
La boca cruel.
La boca roja de los amantes,
la boca luz, que gira y gira,
con cuerpo e paco o de ambulancia,
la boca tajo,
donde se asoman los huesos blancos,
donde se asoman los sapos zarcos
cantando a coro con la sirena de la ciudá.

De Folclorica.doc


Cosas. (Lírica del campo bajo fuerte luz.)*.

Cuando las cosas son de color blanco,
y vienen alineadas como dientes.
De muerto, como dientes de piano.

Cuando quien te habla es una boca
con dientes de marfil con huecos negros.
Cuando en el blanco hay costra o caries.
Cuando vienen cosas, cosas,
con forma de ataúd.
Y la voz les sale desde un hueco,
una voz con manchas negras,
salpicada.
Cuando vienen más, y vienen más,
con tos blanca de bronquios sin saliva,
cosas mondas, secas, sin carne y piel.

Cuando escuchas el ruido de las cosas.
Todas redondas, haciéndote rodar.
Cuando son de color blanco
y vienen con demasiada luz.
Cuando el silencio está manchado,
cuando gira, cuando es sábana
y es engranaje de molino
y el polvo cae, cae, ceniza, harina,
cal de hueso,
y ya no hay fuego.

Cuando pasas, como una piedra negra
sobre blanca,
llevando tu propia leña hasta la hoguera.

Y exhibes tus días ensartados, blancos, como perlas.
Redondas perlas.
Con un centro negro, un agujero.
Con un eje oscuro en el centro de la vida,
haciéndote rodar.
Cuando estás solo.

De Folclorica.doc


Fui a hablar con la cabeza olmeca de mi población.
Muertos de harina arcillosa.
Se le dijo: busquen el amor.

Galga sucia de los vegetales.
Se les dijo: busquen el amor.

Parejas drogotas, sudacas, mexicas.
Ojo de cíclope, catedral cueva oscura.
Se les dijo: busquen el amor.

Pavores, pelusas de la humanidad.
En los mundos de arriba y los mundos de abajo,
el jade esmeralda, corazón sin costilla,
busquen el amor.

Sin luna, sin torre ni estrella.
No pidan de merca, no pidan remedio.
Busquen el amor.

Pescado de padre y redoma de madre.
Busquen el amor.

Pupilas de lobo,
en las gotas de sangre de las amapolas,
busquen el amor.

Bestias que comen de la mano oscura,
iluminen el fuego,
acompañen la hoguera,
busquen el amor.

Fui a hablar con la cabeza olmeca de mi población
y me dijo:
recuerda los témpanos blancos de los condenados,
recuerda el ajenjo y sus dientes,
jadeando en la oscuridad.

Cuando se abra el Terror, cuando caiga la torre,
cuando caiga la estrella.
Entonces, entonces busquen el amor.

Amor polvo de torres limadas por el viento oscuro.
Estrella encendida en su cripta
de ciega y carbón.

De Gótico urbano de confesión



(Poética de los dones de los condenados.
En casa del ahogado el ponche es de piedra y agua.
En casa del fusilado el aire es de viento oscuro.
En casa del ahorcado cardan la cuerda de la campana.
En casa de las suicidas ordenan un calendario:
lleva escrito los días y la forma en que hay que morir.
En casa de los quemados el sol y la cicatriz.
En tu casa, en la mía, en casa de Todo, el reloj.
En casa de los amantes, la sangre.
Bebida en un vaso de dos.)

De Gótico urbano de confesión


Poema apocalíptico final


En la escena aparece una palabra no muy grande.

Es verde claro y arranca por la selva tropical
La selva es verde oscura, está llena de ruidos.

En las alturas los pájaros se refugian en sus nidos.

Aparece otra palabra aún más grande.
"Didascalia"puede ser, o "calipigia".

(También es verde clara y contra el fondo
se distingue con gran dificultad).

Lianas, enredaderas, árboles y arbustos,
orquídeas, aborígenes, animales que dan susto.

La palabra chica arranca de la palabra grande.

Ruidos de persecución, chillido y grito.
Cae la noche lentamente en el abismo tropical.

La palabra grande atrapa a la pequeña por la pata.
La palabra grande se solaza como gato entre las ratas.

La palabra grande engulle una vocal con parsimonia,
mientras descansa echada en un tronco milenario.

La palabra grande se sienta en un escaño,
mientras mira por la tarde la TV.

(Y usa una servilleta cuadrillé).

Su digestión tiene la forma de un soneto,
derivado de las artes del panfleto.

Con un palito escarba en el cadáver de la palabra chica,
yacen letras aplastadas bajo la gigantesca pata.

Ella, indiferente, se baña en los géiseres de luna,
después se envuelve en una albina bata.

"Corten" dice el director, "todo está malo".
"No saben actuar" les asegura.

Ahora las palabras caminan abrazadas,
buscando un bar para olvidar.

Penetran en un tugurio miserable. Piden vino.
"Trae trago" dice una, "trae trago Marcelino".

Les traen un pequeño monosílabo crocante,
que la mayor coge delicadamente, con sus guantes.

(Comen en silencio: caníbales degustando un canapé).

Piden pan, más vino y ensaladas:
se sienta entre los dos una palabra con pestañas
encrespadas.

Pide fuego. Las palabras sacan fósforos.
La palabra saborea lentamente una chupada.

Más tarde las palabras sentadas a la mesa,
ríen dando muestras de embriaguez.

Han olvidado su fracaso como actores.
Y regresan muy contentas al laberinto circular.

De El laberinto circular y otros poemas.