Silvia Veloso
Silvia Veloso (España, 1966). Publicó ‘Sistema en caos y Máquina’ en 2004 (Finalista del Premio de Poesía Macedonio Palomino 2007, México). Algunos poemas de su libro ‘El minuto americano’ fueron incluidos en la compilación ‘Gutiérrez’ de Andrés Braithwaite, Santiago de Chile, 2005.
Menciona a:
Claudia Donoso Catalina Mena Hilda Hirst Stella Díaz Varín Alejandro Zambra y los grandes padres/madres.
1.
SISTEMA EN CAOS
(ley de gravitación universal)
Batman reposa sobre un árbol.
Y medita.
Está cansado de luchar con los villanos.
Puede incluso que hoy
se deshaga de su máscara
estrelle el baticoche en un acantilado
y libre al mal nuestro destino.
Hasta la voluntad más firme a veces quiebra.
Al mismo tiempo, arriba, en el árbol,
la voluntad de la física,
soberbia poderosa entronada en ley, juega
y desprende lentamente una manzana de su rama.
Cae, según convenio
a nueve coma ocho metros por segundo
golpeando la cabeza de goma del murciélago.
Rueda por el suelo.
¿Casualidad?
Batman recoge la manzana.
Y mira, alternativamente,
el árbol,
la manzana.
La manzana.
El árbol.
“¡Cáspita!
He comprendido algo.
La manzana.
El árbol...”
“¡Santas manzanas y acertijos todopoderosos!”, dice Robin,
“¡Batman, asoma un súper-chichón entre tus batiorejas!”
Asunto poco usual: Batman sonríe y responde: “no importa, Robin,
ahora sé que a veces Plutón no es el último planeta.
Sé que todos los cuerpos se atraen.
Sé que el universo está lleno de leyes estúpidas.
Hypotheses non fingo”.
Hacer.
O ficcionar.
Entonces la manzana vuelve al árbol.
Batman a su labor.
El bien se reacopla al mal.
Einstein sonríe modesto.
Y Galileo, Copérnico, Kepler y Newton descansan en paz.
Fue sólo un momento de caos en el sistema.
Del libro ‘Sistema en caos y Máquina’
2.
CASILLA 31 (el pozo)
Canción de cuna
para mi hija huérfana
de su padre muerto.
Yo juré que no tenía un arma.
No.
No la tenía.
Lo juré en un estribillo.
Lo juré como Pedro juró no conocer al rey de los judíos.
Dije ven.
Dije así, ven así.
Dije cosas sin sentido.
No pensé.
Olvidé cerrar la puerta, hacerle nudos a las cuerdas y bajar la voz.
Y juré.
Repetí: no, no tengo un arma.
No la tenía.
Yo juré que no la tenía en la canción.
Olvidé dónde se había perdido.
Si no estaba en la letra se escondía en la habitación.
Y seguí.
La busqué.
Dije ven, amigo. Lo llamé, enemigo.
Fue así. Ya no sé. Ya no juro.
Dónde estás. Yo no estoy.
Es verdad, mi niñita, no la tenía.
Juré que no tenía un arma.
No la tenía.
Cantaba para ti. No estaba en el estribillo.
Dónde la encontré. Dónde me perdí.
Tú dormías cerca y ella dormía en el cajón.
Del libro ‘El minuto americano’
3.
MEMORIA DE MILTON
Al principio, los alambrados eran tímidos.
El periodismo poesía.
La verja la medida del rango y el honor en los juegos de los niños.
Embocar a diez pies, diez puntos.
Al doble, cincuenta.
Y a treinta, cien.
¿Por qué tardaron tanto?
Errores públicos: guardados.
Errores privados: también guardados.
Mi dolor no tiene fin porque no tiene objetivo.
Lo que perdimos lo que vimos lo que todavía no es
para una poesía orgánica
de versos hidropónicos
sin fertilizantes ni aditivos
que digan de azul azul.
La economía fluyendo
su económica belleza en equilibrio
el verso del poder vibrando en una línea de balance
breve
como la última nota antes del silencio
el cuerpo perfecto del animal político.
Se fue
el lirismo está fuera de mí
está en el curso sinuoso de la raya continua en el asfalto
la que entra y sale de esta ciudad que es todas las ciudades
con sus calles y edificios
la idea de ciudad hecha ciudad
y sus gentes
un proyecto de gentes bien pensado.
El terrorismo se hace de palabra
el resto son acciones
por cada muerto inocente levantaremos una pirámide
a cada lado del alambre
equilibrada sobre el filo del alambre
para que la suerte decida su futuro
porque no fuimos ni vinimos
tampoco iremos
sólo estamos
ese estar de las lenguas que se tienden a morir sobre almohadones blandos
rodeadas de bastardos y la última frase que quieren recordar.
La circunstancia es un hecho voluntario
el rincón de intimidad no negociable.
El miedo frunce
la culpa roe.
Antes,
sólo dependía de mi aburrimiento.
Todo se ha quedado quieto.
Entonces,
todo viene de regalo y el azar golpea.
Los perros vuelven a ser lobos.
Mugen las vacas en la sombra.
Se aprietan los terneros.
Los hombres se guardan en sus cuevas.
Encienden fuego.
Los días se repiten.
El tiempo es terco.
Silencio.
Un poco más.
Es el viento.
El viento en los campos meciendo a los espantapájaros
volando sus sombreros
despeinándoles las greñas amarillas.
Velan los espantapájaros los campos dejándose comer los ojos por los cuervos
pero sus brazos en cruz no bajan la guardia.
La anábasis de Palmira fue de buena fe.
El país grande.
Todas las madres perras.
Las animitas idiotas.
Las secretarias putas.
Los incorruptos carne en descomposición.
Nosotros los ingenuos.
Iba un tuerto por las calles pregonando con el sahumerio:
cuídate hermano y guárdate cuando las ciudades encienden sus ojos.
Abrieron los ojos y algo pasó.
De los espantapájaros queda su cruz.
Del agua la sed.
De dios un dibujo.
Venecia hundida en sus canales.
India y Holanda sus floreros.
La llanura americana en cada espiga
quebrado el espinazo.
Fue un alto en el camino volver a caminar.
Todos los malos pensamientos jugando al ajedrez contra la casa
y la edad futura saliendo al paso
Año de Mil Trescientos Siete Años
por la gracia de dios
Año de Dos Mil Seis Años
por la gracia de dios
Año de Tres Mil Quinientos Cuarenta Años
por la gracia de dios
el amontonamiento de dios, el primer siglo
el último minuto mojando pan en vino
el activo de los sueños la experiencia en el pasivo
un jardín donde había una casa
una casa donde había un jardín
la simetría y su esquema moral ocupando sitio
la ropa de los muertos colgada en los armarios
la rutina cortando sus vestidos.
Era de aquí y lo he sido
admirando el anonimato perfecto de los árboles
su igualdad aparente
esa forma de mirar el tiempo sin moverse de lugar.
Caer cuando el momento de caer llega.
Léeme despacio que tengo prisa.
Vamos a quemar la casa y el seguro no nos cubrirá.
De las cenizas brotaremos.
La calle nos va a lamer las botas.
Vamos contentos. Y vamos a quemar la casa.
Como los viejos hugonotes y los chinos de la plaza
para volver hemos venido.
Hoy es el día.
Trescientos iguales saltando por las ventanas de los edificios.
No vamos hacia el cielo.
Vamos hacia el suelo y vamos a quemar la casa.
Porque soy yo pero no soy yo quien ha escrito,
terminaré cuando acabe.
Eso le dijo a un papa un pintor.
Yo haré lo mismo.
Del libro ‘Vamos a quemar la casa’
4.
NO ARROJA RESULTADOS
Todos los muertos son iguales
la pobreza se parece
por cada hombre una ventana asomada a un edificio
las escaleras, los intestinos
peldaños que hay que subir
y bajar
bajar y ser subidos
nos dijeron que debíamos correr
y corrimos
sobre las páginas gastadas y el agua de los ríos secos
nos dijeron que debíamos ser rectos y nos daban el ejemplo más torcido
nos dijeron los nombres de las cosas y a las cosas nombramos por su nombre
todo lo que debíamos hacer nos dijeron
y lo hicimos
fuimos quienes fuimos
quienes nos tocó ser
en un país que nos quedaba grande, pequeña la cultura de las cañas, los rincones repetidos y el acento marginal
desde que te fuiste querido luso, la aldea ha crecido mucho
ya no es tuya ni mía
lo anotas con el lápiz y preguntas de quién es
quieres saber y no sé contestarte
dicen que el paisaje nos da miedo, que está lejos
que tapiaron las ventanas de la aldea y todo el mundo se fue
se caen los techos
le crecen malas hierbas a los muros
ya no se andan los caminos, ni siquiera se navegan
hemos ido hasta donde llega la furia
hasta donde los barcos llegan antes de regresar
nacen los poetas y después se hacen
rebañando su plato de lentejas
esperando que la lluvia llene la piscina
tejiéndose nudos en el pelo para recordar que son poetas
que cada cual necesita doce apóstoles y el riesgo de un traidor
cuando de dios habla cualquier dios
cualquiera de los dioses a quien les preste oído
hombres de la genética de dios
si sólo somos nombre, cambiémoslo
el plan fallido es repoblar el corazón de las ciudades
la belleza es ver cómo se falla cada vez que se caen los edificios
hay algo en comer carne
algo conmovedor y brutal
para la carne se afilaron entre dientes los colmillos
para tener amigos hicimos perros a los lobos
en el sonido del mar se educan los alevines
otreando
repitiendo
buscando el calor de los vecinos
‘pintando en los cuadernos pájaros que se vuelan del papel’
será verdad, una historia también cabe en un poema
apretada en una frase
calzada a la ley de una ecuación
hoy es lunes y debo escribir mis versos
si fuera que a los versos les importa el día o la estación
si fuera que al sol le importara que lo miren
y yo, que he pecado de ira y de soberbia, pero no de envidia ni de gula
soy un mono con bolígrafo.
Del libro ‘Sala de trofeos para una colección’
5.
EL EXILIO NO CURA
Hay spleen de cemento y spleen de ese espacio abierto que atraganta los ojos
el del yo mínimo y su carnet de identidad
se nos fue el siglo y nos cayó el milenio encima
los viejos Pixies sonaban a viejo
porque nosotros y los Pixies éramos ya viejos
el paraíso es paraíso mientras dura la canción
aunque a nadie le interesa cómo crecimos
yo crecí con un trozo de verde al frente
y ese era el tamaño del mundo posible
crecía haciéndole sombra al muro
pegado al muro
dentro de los muros
tres pinos un sauce y el rosal
un ciprés en cada esquina
poniendo en fila los gusanos de los muertos
como el arte de pintar una línea recta en el asfalto
para ver hasta donde me alcanzan los ojos
a veces más
el paisaje blanco escrito en rojo no fue menos blanco
ni menos mudo el silencio escrito en rojo
soy y fui lo que no he sido
haciendo de mi cuerpo Esparta
pintándolo de acrílico brillante
pero el barniz era barato y perdimos el brillo antes de empezar
el miedo te doma
te sodomiza
goza masturbándote con su lengua entre las piernas
agota con el sufrimiento atlético y embellecido del cristo de la cruz
la infancia del verso en una espina, me quiere
otra espina, no me quiere
en el orden y la belleza de las cosas descansaba nuestra sanidad
la edípica la elíptica la típica
alzada en el tacón
por el lado duro del sueño ve una estrella que se va
por el tiempo de los otros
un dogma
una fe
una fe con su dogma
el punto exacto en el que se atornillan las letrinas
y no esperaba encontrarlo detrás de un verso
detrás de un verso no estaba
porque estaba en un subsuelo o colocándole el fastial al último edificio construido o dibujado
o sólo emborronado en el papel con cuatro palos trazados sin regla ni reglas para mantenerlo en pie
porque no importa que se alce o caiga ni si resiste el barro a los cimientos
si las ventanas hacen vista o miran hacia adentro como los nudos del ombligo cortados por el bisturí
eso decían las hojas que no dicen nada sino hojas
que el pasado aprieta
que el presente estrangula
que el futuro hay que salir a buscarlo corriendo
con zapatillas cómodas
porque va rápido y está lejos y no quieres que te salgan llagas en los pies.
Del libro ‘Sala de trofeos para una colección’
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2 comentarios:
carajo....... .. . .. . . .. .. . .. . . .. me gustó sistema en caos.. debo admitirlo....
los demás no los leí.. espero chocar denuevo con esta página en la wev.. para hacerlo... vastedad..
los extrañaré hasta entonces..
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